Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

junio 18, 2011

Segundo día en un frío París (y resumen de diferencias)

18/02/09

Antes de empezar con la faena del día, vamos a ahondar un poco en las diferencias que notamos con respecto a Londres, ya que si dejamos que pase el tiempo, el olvido ganará terreno.

Lo primero que nos llamó la atención (más allá de que los franceses manejan del lado que Dios manda, como nosotros), es el parecido que tiene Paris con Buenos Aires (ya parezco Crishtina, diciendo que Obama lo copia a Perón). Al caminar por Londres, era inevitable sentirse un extranjero, era todo demasiado raro, desde la forma de los faroles, hasta el color de las luces que emiten, reflejándose en las paredes y en las calles. En cambio, caminar por París nos produjo una sensación de pertenencia muy distinta, como si estuviésemos caminando cerca de casa, y no quiero decir con esto que nuestro barrio sea tan top como París, pero muchos de los edificios son similares, y los faroles y el color de las luces es similar, hasta el asfalto es similar (en Londres hay mucho concreto en lugar de asfalto). También nos resulta más familiar el tránsito, tanto el de los autos como el peatonal, ya que mientras que en París las cosas son más o menos como lo que vemos normalmente en Argentina (siempre más que menos obviamente), en Londres estaba todo perfectamente ordenado por líneas, rejas, mensajes escritos en el piso que indican a qué lado mirar en cada esquina, botones para cruce peatonal, etc.

En cuanto a los subtes, ya mencionamos que ambos son buenos, pero los ingleses les pasan el trapo en limpieza, modernidad y organización, transmitiendo constantemente por altoparlantes cada cosa que pasa (estación y línea por la que se transita, siguiente estación tiempo estimado, etc). De todos modos los subtes franceses también son muy buenos, pero tienen cosas negativas, como una especie de puerta rara después del molinete (por la cual se me complicó bastante pasar la valijota de María), y muchas de sus estaciones están un poco viejas.

En lo que nos pareció que París derrota a Londres es en la majestuosidad de sus monumentos. No sabemos si el inmenso tamaño de la ciudad se debe al espacio que ocupan esas colosales construcciones, o viceversa, pero lo cierto es que su envergadura magnifica mucho el efecto que produce en los visitantes, más allá de lo hermosos que son, y del laborioso trabajo decorativo que poseen. Acá en París es todo gigante, los parques tienen cientos de metros, los las iglesias son todas altísimas, y pareciera que consiguen muy barata la piedra, porque abunda por donde se mire. Ni hablar del arco de Triunfo y de la Torre, 2 colosos incomparables con nada de lo que vimos en Inglaterra.

Otra gran diferencia entre ambas ciudades es lo que pasa después de las 18, cuando llega la noche. En Londres sentíamos que se terminaba el mundo, como si nos empujaran a volver al hotel, y había que hacer un esfuerzo muy grande por seguir recorriendo, ya que, salvo en Picadilly Circus, la gente que veíamos parecía estar apurada, corriendo por regresar a sus hogares (o a lo sumo ir a chupar a un pub, pero la mayoría eran los otros) (También vimos a muchos que salían verdaderamente a correr por la ciudad, en remerita y short, lo cual nos daba frío de tan solo verlos, pero no va a lo que queremos comunicar). Era una sensación muy extraña. En cambio, en París, como buenos latinos, se hace de noche y todo sigue como si nada, la gente camina alegremente por los boulevares, etc, lo que también contribuyó a la sensación de estar en casa que nos embargó la primer noche que pasamos acá (dejando de lado el tema del idioma, que duro es no poder comunicarse…).

Otra gran diferencia se da en cómo se plantean las visitas a los monumentos, especialmente a las iglesias. Ya mencioné algo de esto en el mail anterior, pero para profundizar en el tema hay que decir que lo de los ingleses es perfecto. Cada paso que uno da está preestablecido, y todo el mundo debe ir haciendo la visita siguiendo un recorrido bien diseñado, con explicaciones en cada punto de interés, y cada punto bien marcado, no solo en un mapa, si no en el lugar físicamente. En las iglesias y lugares de oración, los shops se encuentran o a la entrada (donde cobrar la entrada), o a la salida (souvenirs, etc), y en el interior de las mismas todos están callados o hablando en voz baja, y se nota un clima de respeto muy fuerte. En París es muy distinto, en las iglesias que visitamos notamos que la entrad la cobran adentro, y allí también están los gift shops, y como si fuera poco también están las velitas, las cuales se pueden adquirir por unos pocos euros a la entrada de la cripta de nuestro santo favorito, el cual seguro competirá con los otros para ver quién consiguió mas velitas al final del día. También se puede ampliar el combo de la entrada por solo 3 euros, para por ejemplo, ver los tesoros y reliquias de no sé que en Notre Dame, un robo a mano armada. Que se yo, la idea de andar sacando guita en medio de una iglesia, en la cual están dando misa mientras hay cientos de turistas pululando, riendo y sacando fotos por doquier (que está prohibido, pero como todos lo hacían, qué más da, nosotros también) me chocó un poco.

Y para finalizar, algo que me había olvidado de mencionar, la comparación de los conserjes de los hoteles. Ya mencioné que el hotel de Paris es mucho peor (en todos los aspectos) que el de Londres, pero por suerte el conserje del Voltaire (así se llama el hotel de acá) es muy amigable (a pesar de la barrera idiomática que nos separa), y siempre está atento para atendernos con una sonrisa. En cambio en Londres, el conserje nocturno del Hotel Brunel era un indio de mierda (perdón por la expresión, pero verdaderamente solo de mierda o hijodeputa pueden describir en su totalidad al tipo ese, así que preferí mierda porque es menos ofensivo) que nos respondía monosilábicamente, poniendo esa sonrisita de hdp característica de los hdp, y con su acento al mejor estilo Apu de los Simpson que nos crispaba aún más los nervios. Por ejemplo, cuando le fuimos a pedir una ficha para poder enchufar las cosas eléctricas (compu, secador, cargadores de teléfono, etc), ya que, para variar, los ingleses tienen unos enchufes rarísimos, primero nos dijo que no tenía, y cuando le recordamos que en la habitación había un cartel que decía que se podía solicitar dicho aplique en concergería, nos puso su carita y nos dijo con su acento hindú: six pound please (si, 6 libras, y lo tuvimos que comprar porque ya casi no teníamos baterías. Y después, cuando le pedimos internet, su respuesta fue: three pound pleaaase. AAhhhhh, es difícil de transmitir bien el odio que nos generaba, sepan comprender).

Bueno, y ahora sí, a por el resumen del día.

Luego de unas pocas horas de sueño (como siempre), nos levantamos y bañamos (de ahora en mas voy a obviar esto, x q lo hacemos siempre) y bajamos a desayunar al Mc Donalds. Comimos el menú del Muffin con panceta, que viene con café, jugo de naranja y un yogur con frutas frescas muy rico. Una particularidad que tienen los Mc Donalds de París, al igual que todos los restaurants y cafés, es la existencia de esas galerías a la calle que permiten comer mientras se observa el pasar de los habitantes de la ciudad, algo muy lindo, que nos hace sentir que estamos haciendo algo parisino, en lugar de darnos cuenta que estamos en un mugroso Mc que tenemos a nuestro alcance todos los días en Bs.As., pero bueno, a veces hay que rendirse ante lo barato y práctico.

De allí salimos con la barriga contenta, y enfrentando una no muy molesta garúa, tomamos el subte para completar las visitas que habían quedado truncas del día anterior. Ingresamos a la Consiergerie, que era el lugar al cual se llevaban a los prisioneros y se los retenía mucho tiempo hasta que los liquidaban, y donde vimos la celda de María Antonieta, y también la capilla que se construyó después para reparar que la liquidaron, etc. También había una especie de museíto de la ingeniería francesa, en donde vimos varias imágenes de la construcción de la torre Eiffel. Salimos y nos metimos en Saint Chapelle, una hermosa capilla que se construyó para guardar las reliquias de la pasión de cristo (que ya no están ahí, están en notre dame, ya lo puse antes) (supuestamente estaba entre ellas la corona de espinas, que fue comprada por Luis IX en un valor superior al que costó la capilla, pero la tendrán en otro lado, x q tampoco la vimos). La capilla tiene unos vitrales hermosos, muuuuuy largos, y lo bueno es que, al ser tan chiquita la iglesia, se los puede ver de cerca.

Felices por poder haberle dado buen uso a nuestra musseum pass card, enfilamos Nuevamente para Notre Dame, y realizamos la visita a las torres (donde también usamos la tarjeta), a las cuales accedimos también mediante largas escaleras caracol. Desde arriba admiramos la impresionante vista, y pudimos sacar buenas fotos de la ciudad y de las gárgolas, a las cuales también le sacamos fotos, especialmente a una que se parecía a María (por la pose doblando la espalda, no se alarmen).También vimos una campana enorme que al parecer ya no está en uso, pero eso no evitó que sacáramos las fotos de rigor fingiendo que había mucho ruido… Al bajar, nos metimos nuevamente en el interior, y pagamos para ver las famosas reliquias, pero fue un fiasco, sólo habían un par de túnicas, que ni siquiera eran de algún papa, y varios objetos raros, pero nada de la corona de espinas salvo unos relicarios que decían algo de la corona, pero no la tenían a dentro ni a palos.

Al salir de ahí nos cruzamos para el barrio latino, en donde visitamos la iglesia de Saint Severín, de estilo gótico también, pero que, a causa de su cercanía con Notre Dame, se encontraba totalmente vacía, como la mayoría de las demás iglesias que vimos. Al parecer en París hay tantas iglesias de estilo gótico como pubs hay en Londres, pero el trabajo de Victor Hugo solo parece haber exaltado a Notre Dame, dejando huérfanas a las demás, teniendo muchas de ellas poco que envidiarle. Luego visitamos el museo de Cluny, donde se detalla toda la carrera de George, desde ER emergencias hasta La Gran Estafa… perdón, es un museo de arte medieval, en el cual hay cosas raras de los primeros siglos del catolicismo (por ejemplo la colección de tapices llamada “la dama y el unicornio”, en los cuales también hay un león y un mono, pero al parecer el unicornio tenía mas prensa por esos días). Finalmente nos encontramos de pasada con La Sorbone, la Universidad de París, y aprovechamos para tomar algunas fotos. De allí nos preparamos para nuestro siguiente destino, el Pantheón.

El Pantheón es una construcción colosal, inicialmente era una iglesia de la patrona de francia, santa Genoveva, pero luego la transformaron en sitio de descanso final de los hombres más importantes del país. Al ingresar, la distancia a la cual se encuentra el techo, y el grosor de las columnas ya lo deja a uno con la boca abierta, y las pinturas, que cubren las paredes del piso al techo relatando la vida de la santa y demás temas religiosos, hacen que el recorrido sea lento si uno quiere mirarlas con detenimiento. Además de los temas religiosos en las paredes, en las esquinas hay esculturas monumentales describiendo eventos importantes de la historia francesa, y en el centro se encuentra el péndulo de Foucault, colgado por un cable que quien sabe cuántos metros tendrá hasta la cima de la cúpula (que es alta, obviamente), el cual fue utilizado por dicho científico para demostrar la rotación de la tierra. Al bajar a la cripta uno puede encontrarse con las tumbas de figuras tan diversas como las de los héroes de la revolución, pensadores como Voltaire y Rousseau, escritores como Victor Hugo y Alejandro Dumas, y científicos como Pierre y Marie Curie, siendo esta última la única mujer enterrada en el Pantheón de los héroes. Este monumento nos impresionó mucho, y nos hizo acordar a Londres por el órden detallado de la excursión, y por el silencio que reinaba en semejante monstruo. Lástima que hacía tanto frío que tuvimos que salir corriendo, tal era el frío que hacía allí dentro que sentimos que afuera estaba casi templado.

Para volver a entrar en calor, entramos a un barcito simple, tipo estudiantil, y nos comimos unos panninis calentitos, muy ricos, en unos menúes que venían con facturas de postre, por lo cual elgimos una magdalena (bomba) de chocolate, y una típica francesa que parece una especie de pancho pero de chocolate, deliciosas. El barcito era al parecer una especie de merendero para los universitarios de la zona de la Sorbona, porque al rato empezaron a llegar muchos chicos jóvenes que sacaban carpetas y discutían quien sabe de qué temas, como haciendo trabajos grupales. Fue muy pintoresco. Ah, otra cosa rara fue que en el baño el inodoro tenía 2 botones, creo (porque se lo había escuchado antes a alguien), uno es para el pipi, y el otro para el popó, ya que la idea es gastar la menor cantidad de agua posible. Lamentablemente todavía no pudimos comprobarlo.

Salimos del Pantheón y nos fuimos caminando para los jardines de Luxemburgo, donde admiramos el Palacio de Luxemburgo (los jardines deben ser lindos en otras estaciones, en invierno no dicen mucho), y la fuente de los médicis, muy grande y llena de lujo. De allí seguimos dándole a los pies por el barrio de Luxemburgo y llegamos al pasamos por la iglesia de Saint Sulpice, que en frente tiene la fuente de los 4 puntos cardinales, que me impresionó por el caudal de agua que tenía (esperemos que la reciclen, porque si no los de los 2 botones en el inodoro es verdaderamente al divino botón, nunca mejor expresado).
Dejando luego el barrio de luxenburgo nos dirigimos al barrio Saint Germain des Pres, donde visitamos la iglesia del mismo nombre, transitamos por el boulevard Sebastopol (y le sacamos foto al cartel, recordando la famosa expresión de Alberto), y nos metimos en el centro Pompidou, una exposición de arte moderna. Ahora, yo no quiero sonar despectivo, pero con María estamos de acuerdo en que muchas de las “obras de arte” allí expuestas bien podrían haber sido hechas, no por Mora o Sofía, pero tranquilamente por Oli, y no digo Santos porque las de él seguro son mucho mejores. Si me preguntan mi opinión “off the record”, mi respuesta es que es una basura, pero bueno, hay que tener la mente abierta y bla bla bla bla, suerte que entramos con el pase que ya habíamos pagado, porque si no era para suicidarse. Una sola cosa nos pareció interesante, y eso que el museo es inmenso (es ese que tiene unas tuberías raras de colores en las paredes exteriores).

Escapando de allí nos compramos un delicioso crepe de ponme et canelle (manzana y canela), y pasamos por otra iglesia gótica (y van…) llamada Saint Henry, en la cual, en serio, había sólo un tipo adentro, creo que ni el cura párroco se había acordado de que existía esa iglesia… (otra prueba del efecto de Notre Dame sobre estas pobres iglesias desafortunadas), la cual también era enorme y muy linda. Fue en ese momento en que la planta de mis pies pedía el cambio desesperadamente que a María no se le ocurre mejor idea que pasar por Notre Dame nuevamente para tomar unas fotos nocturnas, así que para allí enfilamos (eran aproximadamente las 19:30), pasando por el hotel La Ville, muy grande y hermoso, delante del cual había una pista de patinaje sobre hielo a cielo abierto. Llegamos a la famosa iglesia, sacamos unas “rápidas” tomas con el trípode, y de casualidad nos percatamos de que el cielo estaba despejado, lo cual nos daba una buena oportunidad para visitar nuevamente la torre y admirar el paisaje impoluto por la niebla. Miramos nuestro mapa y notamos que no teníamos estación de subte cercana que nos dejara cerca, pero si de Rer, unos trenes de 2 pisos muy raros, que viajan por arriba de la superficie, pero siempre bajo techo y enrejados. Lo tomamos utilizando la misma tarjeta que teníamos para los subtes, y nos bajamos en la estación de la torre. María sacó la foto 1234, con y sin trípode, color, cepia y blanco y negro, y nos fuimos para arriba, pagando nuevamente los 12 euros cada uno. Comprobamos que, por ser un buen día, estaba lleno de gente, lo que hizo todo mucho más lento que la noche anterior, ya que había mucha cola para los ascensores. Una vez arriba admiramos la impactante vista en 360 grados, sacamos más fotos, y emprendimos la retirada. Por si no era suficiente, mientras recorríamos el campo de marte durante el regreso, María realizó una nueva sesión fotográfica con el trípode, y luego me pidió que le sacara algunas fotos yo a ella con la torre de fondo. Intenté realizar la labor de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que el frío que sentía en mis manos era terrible, pero lamentablemente ninguna de mis vaaarias fotos agradaron a la modelo, por lo cual realizamos casi la totalidad del recorrido al McDonalds y al hotel discutiendo acerca de las ganas o no ganas que le había puesto a esa sacada de fotos, y su obvia influencia negativa en el resultado final. Conclusión: volveremos seguramente a dicho lugar, a continuar la tarea fotográfica.

Para finalizar la noche, a eso de las 22:30 hs, cenamos nuevamente en el restaurant de los arcos dorados (pedimos un menú con nombre francés, para mantener viva la magia), y al subir a la habitación comprobamos que aún no podemos comunicarnos ni con Nicola, el amigo de Ceci, Mary y María, ni con nuestra compañera de facultad, también llamada María, dos habitantes de la ciudad que amablemente se habían ofrecido a acompañarnos. Mañana tendremos que ir a un locutorio a llamarlos a sus celulares.

JP

PD: Besos a todos, y gracias por sus mensajes. Sepan disculpar la ausencia de respuestas, los reportes nos llevan mucho tiempo, pero créannos que leemos todo lo que nos mandan y los tenemos siempre presentes (eso sonó a una estrella juvenil hablándole a sus fans, no?)









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