Por ser el primer día, mi madre francesa decidió acompañarme, así que partimos a pie, descendiendo la colina, pasando por el tranquilo parquecito que había visto la tarde anterior, el cual estaba todavía más adorable, tal vez porque el día estaba bien peronista, y además no había un alma. Al cabo de algunas cuadras atravesamos el canal du midi (un canal otrora muy importante, creado un poco antes de Napoleón (creo), que servía para conectar el mediterráneo con el Atlántico, sin pasar por Gibraltar y demás, pero que ahora es solo para embellecer, y nos metimos en el boulevard Jean Jaures, bastante importante el mismo, pero que no lo parecía mucho, al menos a esa hora, porque no había un alma.
Durante el trayecto se puede notar claramente cómo el centro histórico de la ciudad difiere un poco de las afueras (las afueras son a 10 cuadras…), presentando únicamente construcciones de 3 pisos, con sus fachadas de ladrillo a la vista, responsables del apodo de la ciudad, que en realidad debería ser anaranjado en lugar de rosa. Pasamos por muchos lugares copados (que luego enumeraré si me acuerdo), y finalmente arribamos al corazón mismo de la ciudad, la Place Du Capitole, muy parecida ella a la Plaza Mayor de Madrid (obviamente más pequeña), al borde de la cual se encuentra el edificio de la Alianza Francesa de Toulouse, entre otros edificios importantes, como la alcaldía (no encontré otra palabra para describirla… edificio del jefe de gobierno? Municipalidad?, prefiero alcaldía) y la Ópera.
Una vez allí, y luego de saludar a la atenta Sophie, subí las derruidas escaleras (parecen un escenario del final fight), que no se condicen para nada con el exterior del edificio (ni con las aulas, que están buenas y son muy modernas, hasta con control remoto para abrir y cerrar las ventanas…), compré mis libritos de cursada (25 euros en total los dos…) y me metí en mi salón asignado. Es curioso, porque creo que esas puertas son una especie de teletransportador al Asia, ya que a primera vista sólo vi un grupo numeroso de chinas sentadas en los pupitres. Por suerte después me dí cuenta de que la cosa no era tan así, porque en realidad no eran todas chinas (sólo 3 de ellas), ya que había también una de Taipei, otra de Kuala Lumpur, y otra de algún asiático genérico que no pude entender bien, pero la cosa es que todas estaban vestidas como Chun Li, así que era imposible no llegar a esa conclusión. Por suerte después fueron cayendo más personas, completando un crisol bastante interesante, constituído, además de las asiáticas, por: una griega, una australiana (lástima que debe rondar los 60…), una venezolana y una gallega. También hay otro gallego (bah, es de Madrid, pero bue…) y un londinense. Debo decir que, si bien siempre está bueno que haya mayoría de material femenino, la verdad es que no tuve mucha suerte… la alianza de Bs. As. gana por goleada, creo que no se pierde ni un game, y la mayoría a 0 (bah, la gallega tal vez logre un deuce en algún game que otro…).
Bua, no voy a hablar del curso porque se hace largo, pero estuvo bueno, el nivel está bien, la gente es muy copada, y hasta ya me dieron tarea los hp…
Salí a las 12:30 (es de 9 a 12:30 la cursada), y decidí salir sin rumbo a pasear por la ciudad (creo que hay un verbo franchute que describe esa acción más fácilmente, “flâner”). Y la verdad creo que me lo tomé en serio, ya que terminaron pasando un par de horas y ni siquiera me había tomado un momento para morfar algo (creo que últimamente estoy cada vez más setentista, qué se yo, la cosa es que no podía sacarme el automatismo de que tenía que caminar en lugar de parar a comer…), pero estuvo bueno, pasé por mil callecitas serpenteantes (en las cuales está prohibido circular en auto, sólo se puede en bici, bah, en todo el centro es así la cosa), diagonales y, lleguando finalmente al río Garonne, bastante ancho el guacho, el cual es obviamente atravesado por variedad de puentes, siendo el Saint Pierre el que usé en esta primera oportunidad.
En la rivera opuesta aproveche para… seguir flaneando, pasando por bellas y desérticas calles (donde ví una escultura loca de un gallo pisando una pelota de rugby), y encontrándome luego con un extenso y apacible parque al borde del río, en el cual aproveché para descansar un poco y disfrutar de la vista, mientras me autoputeaba por no haber parado a comprar un sándwich (ya que en esa zona no había un joraca). Por suerte al menos encontré un baño público en un estado considerablemente apropiado, en el cual alivié mis necesidades vejigales. Seguí recorriendo un poco la zona, y luego decidí cruzar nuevamente al otro lado, esta vez por el puente Saint Michel (me queda el Pont Neuf solamente, estimo que será el mejorcito), el cual, además de ser muy largo presenta la particularidad de tener sus ciclovías casí más anchas que el espacio para los autos.
Al llegar de nuevo cerca del centro, después de pasar por una zona bastante tranquila, en cuyas calles hasta había una intrigante acequia, me desayuné del hecho que hay gente a cagarse en ésta ciudad que yo creía tranquila, ya que, al pasar por las mismas plazas que había visto más temprano (o al menos eso creo, el tema de las diagonales y zigzagueantes me mareó bastante) me topé con infinidad de turistas y locales, disfrutando del sol y del aire libre, y, por fuera del casco histórico, con un tránsito vehicular considerable. Aproveché para pasar por un shopping (el único que vi) y chusmear un poco los negocios (igual, soy un desastre comprando ropa, así que no tengo muchas esperanzas al respecto), y de casualidad encontré un supermercado llamado Casino, en el cual pude disfrutar de la gloriosa experiencia de chusmear los raros productos que morfan los locales (siempre digo que de viaje prefiero entrar a los súper que ir a los museos) (sí, eso es sólo si tengo que elegir, ya sé que no son mutuamente excluyentes), y de pasó le entré a lo que sería mi futuro almuerzo, junto a otras nimiedades. Lo único malo fue que noté por segunda vez que mi tarjeta de crédito no está siendo leída por las máquinas de éstos putos… espero se solucione…
Ya con bastante hambre (a causa de mi setentismo), me volví para la plaza del capitolio donde disfruté de mi merecida colación: un queso camembert (al que le entré cual alfajor) (ahhhh, lo que es la góndola de quesos… mamadera…), una baguette y, el tapado del día, una mousse de pato por la cual, a priori no daba dos mangos, pero resultó ser un manjar de los dioses… de postre le entré a las infaltables golosinas (en los viajes se come Mars) y unas bananas para darle un toque natural…
Luego, llena la panza, decidí regresar al hogar, comprando de paso un chip telefónico para poder estar en contacto con mi madre francesa ante cualquier eventualidad, y de paso tener internet (aunque lo raro es que para el whatsapp me dijeron que sigue apareciendo mi número anterior). Una vez allí, lo siguiente fue clavarme una merecidísima siesta, de 2 horas ella… para reponer energías antes de la cena, durante la cual contamos también con la presencia de Paul, mi otrora chauffeur (ah, hoy aprendí que esa palabra, nuestro chofer, tiene como origen los fogoneros de los trenes) (esto lo anoto para no olvidármelo yo, ustedes chúpenla si no les interesa). En esta oportunidad Sophie nos agasajó con una ensalada verde con semillas de girasol y calabaza de entrada, seguida por una deliciosa Lasagna (y sí, todos los platos no van a ser franceses), coronado todo por el infaltable quesito, frutillitas y vinito blanco. Para finalizar la jornada, cómo parece que es costumbre, al menos en la casa, un tecito verde tranquilizador (porque tengo un stress…), hacer la tarea, escribir esta basura, y al sobre.
Todo hermoso hijo. Seguí disfrutando la comida y los paseos. Por suerte la cursada es corta, así podes recorrer para conocer y descansar un poco.
ResponderEliminarBesotes mil
Gracias madre querida!
EliminarBueno Cristina la tarjeta no le funciona.Por favor solucionale el problema al nene, porque no creo que mama Sophie le haga una extensión de la suya. Ya me veo que volves hablando chino mas que frances. La ciudad hermosa, la prolijidad, construcción, los parques y plazas. Comidas, paseos y estudio muy buena combinación. Fabuloso el reporte y las fotos. Besos. Graciela.
ResponderEliminarJajajaja, genia Grace!
EliminarClaramente este curso lo deberíamos haber hecho juntos! Temblaban los boliches queseros! Sigo los reportes con atención. Buenas fotos! Y que diaaaa!!! Bien peronista!!
ResponderEliminarNo arrugues el año que viene Gertru!
EliminarQué lindo lugar!Hay algun transporte público o todo está dentro de una "walking distance"?yo estuve al lado del Garonne pero en Burdeos.Vos estas mas cerca de los Pirineos.Qué pinta esos quesos!!!
ResponderEliminarBisous.Ana
Hay 2 lineas de subte, micros, y bicis públicas, pero se llega perfectamente a todos lados a pata.
EliminarQueremos las fotos de los cumpas de cursada.....y vamos por la unión de razas.....dejá la gallega y avanzá con alguna asíatica....me vas a decir que son peores que el chino volador.....écuarente.....
ResponderEliminarAlbertó
Nada puede ser peor que ese chino de mierda! Ok, voy a ver si encuentro alguna excusa para la foto, pero no prometo más acción que esa con las chinas...
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