Ráudamente encaminé mis pasos hacia mi boulangerie amiga, obviamente cumplidas ya mis habituales tareas estudiantiles, y me hice acreedor de una en extremo apetitosa baguette de queso de cabra fundido con nueces e higos… ahhhhhhhhh, que genios son éstos tipos (los franchutes en general por sus quesos, y los de la boulangerie en particular, por las cosas que preparan, sin olvidar que las minitas que atienden están bastante buenas), la cual consumí mientras rumbeaba (prácticamente flotando a causa del narcótico efecto gastronómico en el cual estaba sumido) hacia el punto de encuentro para la visita guiada a la no muy lejana ciudad de Carcassone. Por tratarse nuevamente de una visita guiada organizada por la Alianza, el medio de transporte también consistía en un micro, de modo que, además de disfrutar del paisaje, también aproveche para hecharme una reparadora siestita durante el trayecto de ida (la verdad es que siento un cansancio contínuo, que no se condice con el relativamente tranquilo ritmo de vida que estoy llevando, por lo cual estimo será el hecho de tener que estar todo el tiempo concentrado para comunicarme lo que provocará mi agotamiento). Por suerte Astrid me despertó unos minutos antes de la llegada, de modo que tuve la chance de sacar algunas fotos (que para variar salieron para el orto) de la impactante ciudad fortificada vista desde la distancia, lo que de paso sirvió para ir entrando un poco en clima sobre lo que vendría.
Bajado ya del micro, no puede uno hacer otra cosa más que verse impactado por el majestuoso y poderoso encanto que emana cada una de las piedras con que está construída esta fortaleza medieval, única en el mundo (al parecer) en conservar intactas todas sus murallas, exteriores e interiores, cuya función era la de proteger lo que es conocido como “La Cité de Carcassonne”, conjunción entre las murallas, la pequeña citadela, y luego el castillo de Carcassonne propiamente dicho.
Tras un fugaz paso por las callecitas de la citadela (las cuales recorrimos con tranquilidad posteriormente, nos dirigimos directamente hacia el castillo, donde tuvimos una primer visita guiada, muy interesante, en la cual pudimos descubrir toda su historia, desde su construcción en el siglo 12 por no sé qué señor feudal Occitano (a quien después liquidaron los franchutes católicos durante la cruzada anti cátara por considerarlo defensor de dicho culto), hasta todas las reformas que fue sufriendo con el paso de los años y la evolución de la tecnología bélica, la cual, después de la invención del cañón, volvió completamente obsoleta toda la idea de la ciudad fortaleza, por lo cual la misma fue abandonada y fuertemente saqueada, hasta que a mediados del siglo 19 decidieron restaurarla como monumento histórico. Aprendimos otros datos piolas sobre los chevaliers de la época, las catapultas y trebuchets, el modo de vida, etc, pero lo más importante fue enterarme de que acá filmaron la versión de Robin Hood protagonizada por Kevin Costner, Morgan Freeman y Christian Slater… Bua, habrá que volver a verla para reconocer el castillo. Lo loco es que parece que ahora sería casi imposible volver a filmar algo acá, porque poco después de lo de Robin Hood el castillo fue declarado patrimonio universal de la UNESCO, y parece que los carcassonnenses se pusieron la gorra y comenzaron a pedir alta torta de plata a cualquiera que siquiera imaginara la posibilidad.
Terminada la primer charla, y habiendo saciado mis necesidades fotográficas haciendo tomas desde cada ángulo, sea al interior o exterior del castillo, o a la privilegiada vista que se tiene desde allí sobre la ciudad a la distancia, nos encaminamos hacia las murallas exteriores, donde comenzó una segunda visita guiada, orientada ella sobre las capacidades defensivas de la mencionada barrera (la cual, dicho sea de paso, tiene orígenes romanos, permaneciendo aún en pie la primera de las fortificaciones, construída por mis queridos ancestros en allá por el siglo 3) (forza Italia), con sus incontables torres (equipadas con infranqueables posiciones para arqueros entre sus anchísimas paredes), puertas, fosos, etc, etc; así como también sobre el resto de la citadella, incluyendo la basílica, una para nada menor obra de arquitectura, de estilo mezcla entre románico y gótico, con unos vitrales bastante interesantes, dentro de la cual nos encontramos un grupo de coreutas masculinos entonando una bellísima y resonante canción (eran 4 nomás y parecía como si hubieran parlantes de lo fuerte que se escuchaba).
Terminada la visita guiada fuimos liberados para pasear a voluntad por las caprichosas callecitas adoquinadas, pobladas por pintorescos restaurantes y locales de venta de artesanías y souvenirs, para luego tener que regresar una vez más al micro (lo que no estuvo para nada mal porque la verdad es que el viento de Autan estaba insoportablemente molesto), con miras a la vuelta para Toulouse, durante la cual aproveche para estudiar (porque mañana tengo otro examen) un rato, y dormir otro, despertándome luego para enterarme que estaba cayendo una molesta lluvia, la cual me acompaño también durante mi ascenso de ciclista hasta el acogedor depto de Jolimont.
Una vez a salvo de la poco agradable combinación de viento y precipitaciones me dispuse a tener una voraz y solitaria cena (porque Sophie tenía un evento al cual asistir), que incluyó ensaladas, huevos, arroz, quesos, restos de tartiflette, y todo lo que encontré a mi camino en la pequeña pero cumplidora heladera (pero con autorización previa de la anfitriona…).
A estudiar un rato.
Bueno que te va bien hasta en los días feos. Qué hermoso recorrer todas las ciudades pequeñas o grandes y vivir el día a día de un francés. Es mi sueño en París. Ir y estar como parisina y no como turista. Tendré que empezar por estudiar el idioma. Bueno ya dije que es un sueño. Hermoso el lugar, el castillo, la ciudad y muy buenas e ilustrativas las fotos.No pude saber quien era el del monumento. Le vaciaste la heladera a Sofie. No no hagas quedar mal. Ah.... vientos son los de dorrego, bien sureros. Besos y que lo sigas pasando tan bien. Disfrutamos y paseamos con vos. Graciela.
ResponderEliminarEl del monumento era un flaco que salvó al castillo de su destrucción, allá por 1850 aprox, moviendo cielo y tierra para que lo declararan patrimonio histórico. Jajaja, cierto lo de los vientos Dorreguenses! Y Grace, no renuncies a tus sueños!!!!!
EliminarJajajaj yo te iba a mandar un link con la imagen del vinazi pero me ganaste de mano
ResponderEliminarCarca o muerte!
EliminarQue hermosura esa ciudad o puebito, no sé. Decime en el castillo están las sepulturas, porque sacaste fotos de dos tipos distintos. Me hubiera encantado estar allí. Decile a Sophie que cuando se va te tiene que dejar la comida preparada para que no le saquees la heladera. Besotes y seguí conociendo y contando.
ResponderEliminarEs un pueblito muy chico encerrado en la fortaleza, donde también está el catillo y la Basílica. Algunas tumbas las metieron adentro, pero afuera hay un cementerio que combina bien con el lugar. Por suerte Sophie no se queja de mi glotonería, es más, se siente halagada como cocinera...
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