En la presente oportunidad mis compañeros de viaje serían un mexicano y un alemán, lo que no le sacó de todos modos mucho afrancesamiento al mismo, porque ambos dominaban a la perfección la lengua de Voltaire (en realidad los hp hablan también alemán, inglés y castellano, dominando Jens -el alemán- una versión aporteñada del mismo, a causa de que había vivido algún tiempo en Argentina, que realmente me sorprendió mucho). Emprendimos así el multiétnico trayecto en el comodísimo bmw del teutón, quien, residiendo en Toulouse para la realización de su doctorado (era veterinario especializado en vacunas) regresaba a Munich para una fiesta), pero prefería hacerlo desde Girona para viajar por la económica Ryanair; atravesando las panorámicas rutas que separan el sur de Francia de las transpirinéicas tierras catalanas, lo que nos arrojó no pocas imágenes de castillitos sobre colinas, viñedos, generadores eólicos y hasta picos nevados. En cuanto a la conversación de abordo, la misma tampoco adoleció de interés, comprendiendo desde loquísimas e inesperadas charlas de inmunología hasta detalladísimas descripciones de los paisajes y la alimentación en las infinitas ciudades que éstos 2 habían visitado (parecían haber dado la vuelta al mundo realmente, saltando con naturalidad la charla de las costas de Bélice a los saltamontes que se comen en Tailandia), quedando yo en la mayoría de los casos bastante colgado (y eso que no me quejo de mi actividad viajera..).
Casi sin darnos cuenta ya nos encontrábamos en las cercanías de la estación de trenes de Girona (ubicada en la parte moderna de la misma), punto final de nuestro destino, de modo que, una vez despedidos del germánico conductor, partimos con el mexicano hacia la zona vieja, él con intención de hacer algo de tiempo porque esperaba a alguien, y Yo con un destino bien claro, el icónico Colmado L´Estuca. Enseguida nos encontramos, luego de cruzar uno de los varios puentes que unen la parte nueva y la vieja de la ciudad, con esas irresistibles callecitas adoquinadas, zigzagueando de aquí para allá ente empinadas escaleras y robustos arcos de piedra color claro, los cuales nos condujeron al corazón mismo de la urbe medieval, precisamente frente a su imponente catedral, donde me despedí del mexicano para seguir mi camino, de aproximadamente 150 metros, hasta llegar a mi meta.
El colmado L´Estuca, bellísima y céntrica tienda atendida por Lautaro y Neuss, me recibió de brazos (o puertas) abiertos (bue, en realidad fue Neuss quién me recibió, porque el Laucha se había ido a hacer unas compras), pudiendo, luego de la cálida bienvenida y un pequeño reposo, familiarizarme tanto con el lugar, los variadísimos y catalanísimos productos, y la incomprensible y cerradísima (al menos al principio) lengua que hablan estos pagos (les entiendo más a los franchutes). A continuación, despedido ya de Neuss, seguí el larguísimo camino de 50 metros que me separaba de la casa de Bocha y Patri, quienes me recibieron (primero Patri, ya que Bocha llegó unos minutos después) con esa calidez habitual que los caracteriza, lo que hizo que me sintiera inmediatamente de nuevo en casa, y eso que no los veía hacía 5 años… Y hasta ahora al hablar del recibimiento hablaba de lo afectivo nomás, corto me quedaría si hubiese metido ahí lo que siguió a continuación, una fiesta tal para los gastronómicos sentidos con tan variados como deliciosos sabores, y en cantidades de una generosidad tal que hicieron ver lo que venía ingiriendo en Francia como canapés. Citándolos (espero acordarme de todo, pero seguro fallo), el almuerzo consistió de: variedad de fiambres catalanes (butifarras, fuets, quesos de varios tipos, etc), boquerones, anchoas, torrejas con queso y melocotón, ensaladas varias, langostinos, varios tipos de aceitunas y pickles, huevos rellenos, y quién sabe cuántos otros platos que iban arribando a la mesa y no llegaron a ser fotografiados, pero la cosa es que realmente fue algo memorable. De a poco logré ir bajando las cantidades industriales con un fresco vinito catalán (salido de los barriles del colmado), dejando espacio para unas sabrosísimas fresas con nata (o frutillas con crema, según le dicen mis ya galleguizados parientes) (tan satisfecho terminé que no pude ni siquiera probar una tentadora crema catalana y otro postrecito que bailaba ante mis ojos).
Después fue el tiempo de encontrarme finalmente con el laucha, con quién emprendimos un empinadísimo y digestivo camino hasta la escuela de Gael (lejos el niño que mejor se porta del mundo), con quienes realizamos una entretenida vuelta por algunas zonas de la ciudad, pudiendo apreciar cómo se ha instalado muy fuerte la idea independentista de los catalanes, quienes tienen infinidad de banderas colgando de cada balcón, y hasta definieron una fecha, el 9 de Noviembre, para realizar su referéndum. De paso aprovechamos para tomarnos unas lupulosas cervecitas artesanales en un barcito (parece que pegó fuerte la moda acá, hay que averiguar cómo exportar las HP), para luego regresar al negocio, donde, para variar, nos clavamos otra cervectita, quedando bien entonados para disfrutar del encantador resplandor nocturno de los reflectores sobre las graníticas estructuras de la ciudad, y su infinidad de pasadizos que comunican las desniveladas calles, sucumbiendo finalmente ante el irresistible magnetismo que un pequeño barcito (en el cual se encontraba Jorquera, un ex arquero del Barça) ejerció sobre nosotros, en el cual continuamos nuestra etílica epopeya, aunque esta vez pasando por un blanco espumante, acompañado por una interesante variedad de tapas (mmmmm, lo que son las anchoas de acá, realmente no se pueden describir… carnosas, muy poco saladas… capricho de dioses).
Alegres en extremo (y también cansados, porque eran cerca de las 12 de la noche) logramos alcanzar el hogar de los chicos, ubicado en una zona residencial o suburbana (a unas 13 cuadras de la catedral…), en donde, para seguir en el ruedo (y acá se puede hacer analogía con cómo salí después de terminar) (rodando, para los lentos que no la cazaron…), laucha se mandó, haciendo gala de su siempre vigente habilidad cocineril, un delicioso risotto con setas y quién sabe qué más, el cuál fue acompañado por un interesantísimo tinto de la zona.
Después sólo resto la cama, esperando las gastronómicas aventuras del día posterior, que arrancó relativamente tarde (a eso de las 10 am para mí), divirtiéndome un rato con Gael y apretadísima camiseta del turco García, antes de mandarnos, ya cerca del mediodía, para el lado del centro, donde, después de un bocadillo (croissant rellena de nutella) y un breve paseo con Bocha y Patri por otras zonas del casco histórico (que incluyó el infaltable beso en el culo a la estatua de la leona que te hace volver a la ciudad, tal como lo hiciera hace 5 años, pero también un museo de baños árabes que data del siglo IX, y otro de la sardana, danza típica de la zona), llegó la hora del esperado almuerzo, en el cual, además de volver a disfrutar de muchas de las delicias del día anterior, también fui agasajado con delicias tales como el emblemático pan tomata, escalopas de carne y una interesante y fresquísima ensalada que mezclaba lechuga con frutillas. Por suerte pude hacerme un pequeño lugar para probar la delicosa crema catalana, quedando con la panza casi a punto de explotar al promediar el final del almuerzo, ya bastante entrada la tarde, de modo que se hizo necesario implementar una bajativa caminata, tanto por el ejercicio que hicimos al recorrer la zona de la rambla, con su variedad de negocios (relojes catalanes, que marcan el día separado en 4 cuartos… así de raros son…), locales gastronómicos y su museo del antiguo Egipto (realmente muy interesante y completo); como por el bajativo (y sorprendentemente rico, por no estar en Italia) helado que nos clavamos (de gustos tan livianos como crema catalana y torro –turrón-) justo antes de emprender el bellísimo pero agotador camino sobre la muralla de la ciudad, el cual nos tomó no pocas decenas de minutos (tal vez casi 2 horas), durante las cuales no hubo tacañería en las vistas aéreas de la ciudad ante las cuales fuimos sometidos.
Terminado el bellísimo recorrido, allí por la zona baja más céntrica, nos detuvimos un rato a observar una auténtica demostración de sardana, practicada por un numeroso grupo de activos viejitos que danzaban al son de la repetitiva y característica música; antes de volvernos un rato a tomar unos mates con bizcochitos a lo del laucha (bah, no eran bizcochitos, más bien su equivalente mallorquín). Para ir dando paso al final de la jornada, nos fuimos a realizar algunas comprillas necesarias para la cena y el día siguiente (bah, y también algo para mí ya que estaba, como una regaladísima máquina de café nespresso…), regresando justo a tiempo para mirar, mientras el laucha iba adelantando algunas pasos de la comida, con relatos catalanes, la esperadísima final de la Champions League entre el Aleti de Cholo y el Real del tano Angelotti (y del trolo de Cristiano) (al respecto, más allá de lo triste que nos puso ver cómo se les escapó la orejona a los gladiadores colchoneros, no puedo dejar de alegrarme por el hecho de que sea un tano el técnico ganador… y justo un tano que ya había sacado 2 veces campeón de la misma copa a mi querido Milan).
En cuanto a la cena, qué puedo decir, la verdad es que no hay palabras para describir la explosión de sabores gourmets a los que fui sometido por mis anfitriones, quienes tampoco escatimaron siquiera en las presentaciones (lástima que las fotos no salieron muy bien…), tan sublimes y delicadas como tentadoras. Entre las variadas delicias puedo mencionar el ceviche de lubinas con melocotón, palta, cebolla, aceite de oliva y reducción balsámica; mejillones con slasa de tomate, zonzos fritos (son como los cornalitos pero más sabrosos), navajas salteadas (una especie de mejillones Premium de forma alargada), los espárragos más grandes y tiernos que probé en mi vida, y realmente no sé si me olvido algo, pero sé que no miento al decir que se trató de una de las cenas más deliciosas de toda mi vida. Vino y sabrosísimos chocolates completaron la inolvidable velada, luego de la cual, a eso de las 2 am, fue necesario retirarnos por un merecidísimo descanso (me olvidé de mencionar que la Julia me había cedido generosamente su habitación, tratándose de que ella estaba en casa de sus abuelos) (no sin antes ganarle a laucha un par de duelos al preguntados, vengándome al fin de las duras derrotas sufridas a la play allá por el 2009…).
La jornada dominguera también arrancó tarde (merecidamente), y, ya que no tendríamos mucho tiempo para recorrer o viajar a otras ciudades a causa de que mi regreso estaba pactado para las 16:30, decidimos tomárnosla con calma, disfrutando de la oportunidad de pasar juntos un rato tranquilo y sin presiones de ningún tipo. Fue así como, después de saborear un apetitoso desayuno con tostadas y dulce de leche, nos pusimos con el laucha a reparar las pinchaduras de sus bicis, para luego realizar un paseíto por los alrededores, cruzando el río y el parque de la Deveza primero, y llegando también hasta el centro histórico, donde aproveché para despedirme emotivamente de los genios de Patri y Bocha, prometiendo un infaltable regreso (el cual espero se cumpla pronto). De regreso en la casa fui sometido nuevamente a un encuentro cercano con las delicias embutídicas de la zona, probando infinidad de variedad de salames, butifarra, quesos (vascos, bries, etc), anchoas, pimientos asados, etc, etc, etc, lo que realmente fue la frutilla del postre de un fin de semana increíble.
Sólo resto una digestiva y apacible sobremesa, antes de que me despidiera de Gael, Julia y Neuss, y me dirigiera, con Lautaro como conductor, hacia mi punto de encuentro con Jens, quien sería nuevamente mi conductor designado, al cual encontramos recién después de una hora de retraso (lo cual me preocupó un poco porque no tenía forma de comunicarme con él a causa de que mi celu franchute no funcionaba en España), durante la cual pasamos el rato tomando un fecha y leyendo como se regocijaban con su triunfo los madridistas del Marca. Arrivado finalmente el alemán, y despedido de mi genial y ya catalán anfitrión, nos subimos al bm (el cual me enteré vale cerca de 4000 euros nomás), y realizamos el inverso trayecto hacia Toulouse, ésta vez conversando en español (ya que Jens realmente lo domina a la perfección, y yo tenía semejante bolonqui entre el catalán y el castellano que había hablado todo el finde que el chip de francés no me funcionaba…).
A eso de las 21:30 logré retornar triunfalmente a la résidence Flamarion (así se llama mi edificio), encontrándome con la cena ya preparada por la genia de Sophie, quién me hizo compañía mientras la ingería (realmente la disfruté, aunque con lo de Girona ya tenía para durar una semana sin comer), para luego retirarme ráudamente a mis aposentos, a escribir éste maratónico posteo de 3 días, cosa que no había podido hacer desde España debido a mi olvido de cargar el adaptador del enchufe de la compu…
A dormir…
Qué lindo finde!!!!!!Girona ciudad catalana! Lo hablás?Cómo te han atendido! Qué sabores!!!Los pescados!!! el pan con tomate!!!La crema catalana una esquisitez!!!
ResponderEliminarYa asocio tu regreso a lo de Sophie con su platito con florcitas verdes y distintos quesitos!!!!
Segui disfrutando!!!!!!!!
Besos!!!!!!!
Ana
Hermoso paseo al país de tus primos. Veo que te han atendido muy bien. Gael es hermoso. Que rica toda la comida y los lugares muy lindos también.Me imagino la cena de Sophie debe haber sido un pequeño bocadito. Bueno segúi con tus estudios.Muy buenas las fotos. Besooooooooooooooootes
ResponderEliminarGracias Madre.
EliminarQue lindo la ausencia de fronteras!
ResponderEliminarJRW
Es algo muy loco, y buenísimo para los viajeros obviamente.
EliminarEstaba esperando este viaje. Y me imagine que iba ser este fin de semana, porque el próximo ya será parís??? . Juanpi familia encantadora que demuestra cuan bienvenido sos. Que de agasajos gastronómicos. te conocen bien. Agregaste a los quesos, pescados y embutidos de todo tipo. No había reparado que había pasado tanto tiempo de tu visita también comentada anterior, así que conociste nuevos integrantes de la familia. Hermosas las fotos. Y bien por Sofie, presente aunque sea con menos despliegue de comidas y postres.Besos. Graciela.
ResponderEliminarGracias Grace!
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