Entusiasmado en demasía presenté mi pasaporte y papeles de vuelo a la azafata (o lo que fuera) de Air France , que los inspecciona justo antes de ingresar al avión, mentalizándome para que el "bonjour" me saliera lo más afrancesadamente natural que mis aptitudes me lo permitieran, para ser ignominiosamente frenado en seco por un ordinario "buenos días" que me dejó trastabillando, y cerca estuve de morder el polvo antes de ascender a la nave, hecho que no ocurrió gracias a los salvadores saludos de bienvenida del personal de abordo, quienes me devolvieron instantáneamente al delicado mundo francófono en el cual ya me creía inmerso. Tal fué el poder de su sugestiva influencia en mi persona, que logró blindarme contra una segunda embestida de realidad sudamericana, tratándose la misma de una disputa pasillezca entre 2 argentinos y el más amargo hermano sudamericano de la república de Bolivia (por no decirle bola de mierda), quien, a pesar de portar un fenotipo evomoralezco, lo cual a mí parecer tendría que haberse traducido en bonhomía, se negaba férreamente a que los otros 2, que deseaban colocar sus valijas en el mismo compartimiento superior, le movieran su mochila siquiera un centímetro, ni siquiera para acomodarla… seguro era un separatista santacruceño, traidor a su raza.
El tema es que nos tuvieron parados en el pasillo durante los 5 minutos que duró la disputa, hasta que a uno de los argentinos (con los cuales terminé simpatizando, muy a mi pesar) decidió cagarse soberanamente en lo que opinaba el garca de Evo, y acomodar las cosas quiso (que terminó siendo la manera correcta). Como ya adelanté, ni eso logró sacarme la ilusión de estar ya viviendo mi experiencia francesa, así que me dispuse a seguir avanzando en busca de mi asiento, saludando a cuanta azafato o azafato de me cruzaban, y hasta cambiándole el lugar a una señora franchuta que prefería el pasillo en lugar de la ventana, pero ni esa victoria podía prepararme para lo que venía…
Ciertamente nunca había registrado siquiera el peso que los imponderables podían tener hasta el momento sobre lo que uno considera un plan perfecto. ¿Qué podía fallar? Si ya estaba todo en marcha…
Pasó que me tocó un chino desagradable en el 110 de sus características. Era feo (no sólo la fealdad de todos los chinos, éste tenía cachos de piel quemada, la uñas larguísimas, cara de sapo muerto, etc), mal educado (se desesperaba por pedirle cosas al azafato cada vez que lo veía pasar, obviamente en lenguaje de señas, ya que no sabía otro idioma que el propio, lo que le generaba no pocos problemas al franchute, que igualmente no se cansaba de anteponer un “las damas primero” ante cada arrebato de furia gesticulativa del oriental, que poco sabía sobre la caballerosidad occidental), pero, lo peor de todo por lejos, era el olor a pedo que liberaba cáda vez que se movía… era realmente algo tan asqueroso, que terminó en un instante con toda la magia…
Sólo las películas me salvaron un poco de su tortura, a las que tuve que recurrir con violencia (debo haber visto unas 4 o 5, poniéndome al día con varias que tenía en la mira), mientras de reojo pispeaba que el chino pedófilo no se cansaba de mirar una y otra vez el video de Black & White de Michael Jackson… Ni la copa de champagne me recuperó del bajón, por lo cual no tuve más remedio que intentar dormirme esperando que mi sistema olfativo se hiciera más inútil de lo acostumbrado. Por suerte al otro día la cosa mejoró (o mi olfato se saturó, o el chino se calmó, nunca lo sabré…
Llegué al aeropuerto CDG de París, y, sin inconveniente alguno (disfrutando del aterrizaje más suave que nunca había experimentado) realicé el trasbordo en el pequeño avión que me dejaría en mi destino final (el aeropuerto Toulouse-Blagnac), y, después de una pequeña siesta allí me encontré, realizando una sensiblemente larga espera de las valijas, para ser finalmente recibido por Paul, uno de los hijos de Sophie, quien se ofreció gentilmente no sólo a remisearme desde el aeropuerto hasta la casa, sinó también a realizarme una visita guiada por los alrededores y por el centro de la ciudad, cosa que me vino muy bien para acortar los tiempos de adaptación.
Una vez en la casa, Paul se retiró y me dejó organizando un poco mis cosas y disfrutando de la hermosa vista que tiene el depto., previo a la llegada de Sophie, quien debía trabajar dicha tarde, y quién, luego de arribar, me dio todas las indicaciones necesarias para que pudiera dar mi primer paseo toulousano, disfrutando de un cercanísimo y apacible parque, el cual cuenta con un observatorio público entre sus numerosas virtudes, del obelisco erigido por la batalla de no sé qué cosa entre España y Francia, y de las tranquillas y estrechas calles pobladas por casas con fachadas rojas o rosas (por algo la llaman la ciudad rosa), de su cielo celeste atravezado por numerosas estelas de avión (se las ve continuamente cruzándose entre sí, pero por suerte no se escucha nada), y del canal du midi, punto límite hasta el cual llegué, porque se hacía tarde para la cena (después hablaré más de la ciudad).
Y si, la cena, una de las cosas que esperaba con mayores ansias, las cuales por suerte no fueron en vano, ya que pude degustar (en la terracita del depto., con una hermosa vista al parque, y con los pirineos de fondo) de una apetitosa sucesión de platos, comenzando por una interesantísima ensalada de pepinos confitados, pasando luego por una cazuela de pollo con papas, cebollas y pasas de uva, acompañado todo por un riquísimo vino blanco dulce, sin dejar de mencionar el siempre compañero pan, y el infaltable queso (de cabra y semiduro en ésta ocasión), siendo todo coronado por una fresquísima ensalada de frutillas y kiwis… si, la cena cumplió con creces, aguante Sophie! Lástima que no tuve la cámara encima, pero no faltará oportunidad… Ah, para finalizar, nos clavamos unas deliciosamente aromáticas infusiones de un té desconocido para mi ignorante paladar. Más no puedo pedir.
Se me cierran los ojos, y mañana será mi primer día de cursada, así que me voy despidiendo. Y, ya saben, si hay errores o redacción incoherente, está hecho intencionalmente.
Qué lindo lugar! Lindo parque !
ResponderEliminarSe enchufan autos alli?
Buen comienzo!!!!
Ana
Gracias Ana. Si, hay muchos puestos con enchufes, pero los autos cargándose brillan por su ausencia aún.
EliminarHermoso el lugar. Lindísimas las fotos. Bueno la descripción de la comida sensacional!!! Aguardamos impacientes tu primer día de clases. No habrá paro??? habrá una cetera-cta francesa, no? Loa mensajes salen como anónimos porque la tecnología me supera. Graciela.Ahora desde La Plata.Te manda cariños Bocha que sigue la lectura que yo hago también para él.
ResponderEliminarGracias Grace!!!!
EliminarNueva aventura y nueva suscripción al ex Chupala. Seguiremos atte. las alternativas del galo de Montserrat.
ResponderEliminarMe convenciste, volvió Chupala, y recargado!
EliminarBien blete, ahora la redacción va queriendo: juro hacer el esfuerzo de tratar de leer.
ResponderEliminarNo me vas a decir que te sirvieron el champagne en ese vaso de mierda? Es de cuarta, parece vinería los HDP!
Si, franchutes del orto, entre el chino pedorrero y el vaso de plástico me mandaron el glamour al joraca...
EliminarTodo hermosos gordi. Me encanta el depto. en que estas. Tu otra madre y los paisajes que mostraste. No seas tan racista.
ResponderEliminarBesos lra.. madre. (en realidad la biologíca) Saca fotos de las comidas.
Haloooooooó.......aguante la Guía Michestone!!!!!.....y a ver como mantenés ese cuarto bien ordenadito......me parece que la Sofi al final te manda a una fonda y te compra ropa.....édiez, éveinte y étreinte.....
ResponderEliminarPD: maidana es un boludo.....
Albertó
no sabés lo prolija que dejo la cama todos los días...
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