Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

mayo 27, 2014

Días 23: YSL y paseo por la campiña

Antes de arrancar con el recuento del día voy a aprovechar para comentar algo muy interesante que olvidé mencionar de Girona, y es el hecho que es la segunda ciudad más cara de España (no me acuerdo cual era la primera, pero seguro ni Madrid ni Barcelona), lo cual no noté mucho porque las cosas estaban ciertamente más baratas que en Francia. Otra cosa que me llamó la atención es la presencia de unos cuantos restaurantes de altísima gama (con estrellas Michellinn y todo, como uno llamado algo así como el celar de can cerra, rondando el precio de los menúes los 300 euros), lo que realmente me llamó la atención.

Ahora sí, volviendo a la jornada en cuestión, al parecer los celosísimos cielos toulousanos se enteraron del elogioso recuento de anécdotas que realicé sobre mi estadía en el país vecino, y parece que mucho no les gustó porque desataron en revancha todo su acuoso resentimiento, tanto para el momento en el que dejé el depto (después de degustar un nuevo compañero desayuneril, el jugo de peras), lo que igual no me impidió hacer el viaje en bici (quedé un poco pasado por agua, pero con las convicciones bien firmes) (ah, las bicis estaban todas… toulousanos putos, cuando sale el sol no queda una…), como también para todo el resto del día, sólo deteniéndose durante algunos cortos períodos de traicionera alegría.
Durante el curso tuvimos la oportunidad de aprender un poco sobre el funcionamiento del parlamente europeo, ya que justamente se habían llevado a cabo las elecciones el domingo (en las cuales triunfó increíblemente la extrema derecha) (pero extrema en serio, Macri es Lenin al lado de éstos nazis), el cual es verdaderamente un quilombo bárbaro, con representantes de cada país de acuerdo a su población, diversas bancadas (que a su vez deben responder políticamente a cada país, que en ese momento puede no estar gobernado por el mismo partido político que el representante parlamentario para Europa), comisiones, etc, etc. Lo loco es que yo creía que se trataría de una figura medio alpédica, como los reyes en España, etc, pero parece que en realidad tiene muchísimo poder, llegando hasta regular la política económica de toda la eurozona (lo que obviamente influye fuerte en cada país), etc.
Terminado el curso, y aún bajo una lluviecita bastante molesta, me fui a almorzar con mi William, mi amigo Alemán de las actividades extracurriculares de la Alianza (quien estaba acompañado por una Iraní que casi no entendía un joraca de franchute), pudiendo esta vez sí conocer la crepería en la que habíamos rebotado unas semanas antes con mis compañeros de curso (cayendo luego en los libaneses), en la cual degusté un interesante crepe de queso de cabra, emmental, jamón y no sé qué más. La verdad, muy piola y para nada caro, pero, para hacer justicia, no muy distinto a lo que podemos encontrar en Carlitos (o cualquiera de sus infinitas derivaciones).
Pipón, me despedí de mis compañeros comensales (quienes debían cursar a la tarde), y, después de no lograr que me entregaran los anteojos en mi óptica amiga (los putos no los tenían listos… más vale que se apuren…) y pasar por el localcito argentino para sacar foto del precio de la yerba, también me volví a la Alianza para, ya que las precipitaciones no invitaban a mucho más, aprovechar la jornada de cine francés allí ofrecido, proyectándose en ésta oportunidad la recién estrenada película sobre la vida de Yves Saint Laurent, no mucho más que otro franchute putarraco y falopero. Bah, está buena la peli, pero eso no deja de lado que mi descripción, si bien un poco incompleta, sea cierta. Puedo agregar también que acá están bastante orgullosos de la misma porque al parecer fue llevada a cabo íntegramente por el equipo de la “comedie francaise”, que, si no entendí mal, es toda gente que viene del teatro, o algo así.
Terminada la balástrica proyección, y aún resentido el cielo por mi compartido cariño con su equivalente ibérico, regresé al depto. con la firme intención de clavarme una merecida siestita (de media horita aprox), antes de emprender junto a Sophie un relativamente corto recorrido automovilístico, rumbeando hacia la periférica ciudad (o pueblito) de Aiguevives (o algo así), distante a unos 25 km de Toulouse, pero al cual se accede por una serie de pintorescos caminitos campestres, en los cuales uno no se cansa de atravesar la infinita sucesión de curvas-contracurvas y subidas-bajadas, todo enmarcado por las siempre cultivadas tierras y algunos caseríos dispersos. Al arribar al pueblo (en el cual Sophie había vivido varios años), dejamos el auto en la casa de Frederique, una buena amiga de ella, quien nos acompañó durante la deliciosa visita a pata que realizamos por los alrededores del mismo, siendo delicioso no sólo por tranquilas calles, sus cuidados parques, su cercanía con la naturaleza, y sus antiguas y coquetas construcciones, sino también por la casi omnipresencia de cerezos en las casas, cuyas frutas, estando en su punto justo de maduración, pudimos disfrutar hasta el hartazgo, después de una buen tiempo de cosecha, para la cual llegué a colgarme bastante alto (sacando creo que unos buenos 5 kilitos…).
Contentos con nuestro fresco aperitivo, el cual pudimos cosechar gracias a que justo la lluvia había cesado, regresamos al hogar de Frederique, dónde a continuación disfrutamos de un impresionante guiso de lentejas claras (o amarillas) y un tipo de fiambre del cual no me acuerdo el nombre pero estaba obviamente realmente buenísimo, acompañado por un tinto de la zona del Ródano que tenía su buena personalidad, postreandolo luego con unas riquísimas tarteletas con fresas cocidas y pasta de almendras.
Durante la cena, además de deleitarme con la comida y con las anécdotas viajeras de los hijos de mis dos anfitrionas (los cuales se mandaron sendos viajes por américa latina, de 3 meses uno y de 1 año otro), también tuvimos una muy interesante charla sobre el tema de cómo los franchutes verdaderamente disfrutan de la comida, dedicándole verdaderamente mucho tiempo (los platos llevan mil pasos de cocción) y hasta dinero (las subvenciones de la unión europea a los productores agropecuarios de quesos, vinos, etc., llegá hasta el 40 % del presupuesto, lo que les crea bastantes problemas con los alemanes por ejemplo, tipos mucho menos apegados al morfi finoli, quienes prefieren cortar dicho presupuesto para dedicar esa guita hacia fines más “productivos”). Y es por eso que Sophie no se considera buena cocinera, ya que el estándar del buen cocinero franchute exige dominar con maestría una serie infinita de dificilísimos platos, y al parecer todas las delicias que hasta ahora ella me cocinó todavía no llegan a entrar dentro de esa lista…
Realmente cansado (de tanto comer) me senté en el auto para el veloz regreso al centro de Toulouse, donde me esparaba un merecidísimo y esperemos fuertemente digestivo descanso.
À demain.






























10 comentarios:

  1. Otra vez se me borró todo. Te decía que el paraguas te vino bien, veo que lo usas. Muy buena la anfitriona que te lleva a conocer lugares. Benito ya te extraña tiene los ojitos un poco tristes, a pesar que Milo lo pasea mucho y duerme con el. El sábado se quedó conmigo a dormir hasta el domingo. Me da muchos besos. La quiere a la abu. Disfruta la última semana. Besoooooooooooooooooooooooootes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo usé una vez nomás... y me parece que lo dejo acá madre, creo que voy a tener exceso de equipaje...

      Eliminar
  2. Parece que la primavera es bastante lluviosa!Pero después la campiña reverdece al salir el sol!Si,en España vas a encontrar mejores precios que en Francia!Me encantan las casitas del pueblito de Federique ( la amiga de sophie)En la casa de Toronto había cerezos. Si habrá comido Fede....Y esos mininos eran de Federique???Parecen de angora???:)
    Qué bien que te atienden!Me siento un porotito comparada con las habilidades culinarias de tus anfitrionas, que no son de las mejores según los franchutes!!!
    Seguí paseando y aprovecha !!!Que se apuren con lo lentes.........jaja!!!Besote,
    Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ni idea la raza de los togas, pero eran muuuuuyyyy tiernos. Besote.

      Eliminar
  3. Escuchá una cosa: nadie que dice: "mi amigo" puede tratar de puto a otra persona.
    Saludos.
    PD: estos captchas son una mierda: como si quisiera entran en la página del Pentágono.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, una verdad irrufutable...

      ... y dónde te pensás que estás escribiendo?, acá no queremos Snowdens.

      Eliminar
  4. Los paseos de Sofie están dentro del combo o es un extra??? Lo cierto es que comida no te falta en ningún lado. Ni hablar de los quesos. No veo gente en estas fotos. Era por la hora o el tiempo? Buenísimas las fotos pasamos de la yerba Buen Día a YSL sin escalas. besos y que te siga saliendo todo tan bien como hasta ahora. Graciela.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los paseos son regalos de Sophie, una genia! Creo que no hay gente porque hay horarios muy tranquilos en algunos lugares. Gracias Grace.

      Eliminar
  5. La verdad que estas elecciones con la victoria de la extrême-droite da mucho para pensar. La memoria del ser humana puede ser muy cortita. JRW

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Otra gran verdad... y acá pasa exactamente lo mismo.

      Eliminar