Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

mayo 17, 2014

Día 13: El espresso Marsellés & Aló Cannes

Física y anímicamente recuperado (o al menos acostumbrado a la idea de haber pagado tanto por un hotel sin desayuno), arranqué la jornada disfrutando la privilegiada vista que mi marsellés balcón ofrecía (agradeciendo también que la campana de la iglesia vecina a mi habitación no haya sonado), y, después de un minidesayuno con un mars (no le entré al nespresso porque todavía me quedaba algo de bronca contra éstos hps), salí a realizar una fugaz visita por los principales puntos de la ciudad (seleccionados 100 % al azar, y sin guías ni búsqueda  internéutica, sinó simplemente descubiertos a ojo).
Mi primer objetivo fue la iglesia Notre Dame de La Garde (que nada tiene que ver con el vino Lagarde, lamentáblemente), ubicada, según ya lo he señalado (creo, y sinó lo hago ahora), sobre una colinita que se levanta a pocos metros del puerto viejo, bastante empinada la guacha, necesitando para alcanzarla sólo rodear un poco el puerto (donde había un tipo tipo mimo rarísimo que no sé cómo mierda se mantenía apoyado en un palo, pero parecía que volaba), y obviamente caminar algunas cuadritas bastante empinadas, aprovechando para clavarme un éclair au café al paso, acheteado en una boulangerie bien de barrio (la cual no por eso fue barata, 2 euros me cobraron los hp).
Una vez allí, después de secarme un poco el chivo generado por la combinación del sol radiante y la lucha contra la gravedad (y del hecho que soy de chivar bastante también), me mandé a chusmear la iglesia, que estaba muy coqueta, pero la verdad, no sé si es por los exceso témplicos que vengo viviendo, es que no me movió un pelo, así que salí inmediatamente para apreciar lo que verdaderamente valió la subida, siendo ni más ni menos que la inmejorable vista de 360 grados que brinda la colina sobre la mediterránea aglomeración. Realmente fue algo impresionante, époustouflante como dirían los gabachos, porque permite admirar de un solo golpe toda la belleza de ésta ciudad, circundada por una cadena de resplandecientes y blanquesinas formaciones rocosas, y abrazada por las tranquilas aguas de un mar azul-verdoso, que más que mar parece un lago por lo calmo que es. Obviamente me tomé el tiempo necesario para sacar fotos dirigidas a los 4 puntos cardinales, y luego me dispuse a regresar, cuando de casualidad miré un mapita de un mirador y descubrí que me encontraba a rango visual de la isla sobre la que se levanta el legendario Chateau d´if, lugar donde pasó sus años de cautiverio Edmond Dantès, según lo cuenta Alejandro Dumas en su Conde de Montecristo, himno a la venganza fría (nota mental: tengo que buscarlo en las ferias de la plaza del capitolio). Ese dato sumó bastante a mi visita, así que, después de las casi obligatorias fotos, emprendí el descenso, de regreso al centro, con la idea de conocer un poco más los  barrios más movidos, y de paso lastrar algo.
Pasé entonces un buen rato recorriendo las delgadas callecitas, eclécticamente pobladas por edificaciones de mediana estatura (ninguna supera los 4 pisos), y negocios de los más variados rubros, siendo los gastronómicos los más llamativos, cubriendo con sus mesas enormes extensiones de espacio público en las plazas y calles. Es notable como, a diferencia de Toulouse, ésta ciudad no respeta un estilo arquitectónico único, teniendo uno mucho más anárquico, lo que también se puede evidenciar en el tránsito vehicular y en el ruido, asemejándose bastante en eso a las ciudades más latinas, o tal vez a las italianas. Después, en la parte portuaria, además del tema del plan Yates para Todos que seguramente estará en vigencia, se podría decir que hasta se respira un dejo de aire marplatense, por el estilo de algunas construcciones, y la presencia de las infaltables gaviotas.
Caminé un poco más, pasando ya por barrios más modernos y con avenidas más anchas, por las que circulaba un moderno tranvía, donde, luego de chusmear la boutique del Olimpique de Marseille (que realmente me decepcionó con las basuras que vendían, dándole la razón al colo en su idea de que es necesario que llegue el loco Bielsa para revolucionarlos un poco), me detuve para comprar una deliciosa baguette de pollo, emmental, lechuga, tomate y aceite de oliva, la cual acompañé con una tartita de frutilla, crema y merengue, y una latita de cherry coke (elegí el cherry para  “afrancesar” la coca). Como en la ciudad no hay muchos espacios públicos para sentarse a morfar, me volví para el puerto, y allí disfrute de los mencionados manjares (es cierto que la mayoría de las comidas que describo parecen simples, pero, no sé si es a causa de las vacaciones, o por las materias primas que usan, pero la cosa es que todo es riquísimo). Después de eso ya no me quedó más tiempo que perder porque tenía que reunirme con el conductor que me sacaría de esta ciudad, que tan poco afectuosamente me recibió, pero realmente me despedía cálidamente (tal vez sea un poco tímida la tonta).
Busqué mi equipaje en el hotel, y arranqué el camino que incluyó bordear toda la bahía del puerto, hasta llegar a una de sus esquinas, donde me encontré con el palais du pharo, un edificio muy coqueto (que no sé qué mierda hospedará), pero desde el cual se tiene una espléndida vista de toda la bahía, la catedral, el faro, y el modernísimo teatro que se encontraban justo enfrente. El tiempo me alcanzó justo para tomar unas fotos y llegar al encuentro con Samuel, el joven gendarme francés que me llevó hasta cannes en su comodísimo Renault grand scenic, trayecto que recorrimos en poco menos de 1 hora y media, atravesando las onduladas tierras de la región sur de Francia, pobladas por frondosos bosques y delicados viñedos, que nacen cuales placas de lisis celular provocadas por virus, es decir, como pequeños círculos aislados dentro de grandes extensiones boscosas (probablemente para protegerlos del viento, que por las zonas es muy fuerte).
Lo único mala del viaje fue que, estando muy presionado de tiempo, el amable Sam (que hasta ofreció su hogar por si volvía a Marsella… si hubiese sabido antes…) sólo pudo dejarme en la salida de la autopista de Cannes, por lo cual tuve que caminarme unos 4 km aprox hasta arribar (pasando por incontables agencias de venta de autos carísimos, como lamborghini por ejemplo) exactamente a destino (no es que me dejó en la ruta, todo eso es ciudad, pasando por La Bocca y Le Cannet, pero bua, no deja de ser lejos para caminar). Intenté verle el lado positivo, y aprovechar para ir averiguando si había lugar para dormir en los diversos hoteles que me fui cruzando en el camino, pero lamentablemente Nike no estuvo de mi lado en dicha búsqueda, por lo cual alcancé la calle que habíamos señalado con el alemán para el encuentro sin tener novedades sobre mi futuro alojamiento. Al respecto, el alemán, razón casi principal por la cual me vine hasta Cannes (él está cubriendo el festival como periodista), se está quedando en una habitación contratada por airbnb.com a una señora francesa que no quiso saber nada con que otra persona la compartiera durante el fin de semana, así que, si no quería pasar la nuit à la belle etoile en la playa, tenía que resignarme a seguir buscando.
Una vez festejado el encuentro europeo con mi pseudogermano (al menos de alma) amigo, nos dispusimos a seguir la aventura de buscarme un lugar, rebotando en repetidas oportunidades en hoteles que encima hasta ofrecián su habitación más barata a 450 o 500 euros… pero por suerte al final encontramos uno, con una sola libre, a 125 (como si fuera barato…). La cagada es que sólo la tenían libre por el viernes, así que mañana comenzará de nuevo el circo… Pero bua, al menos pude dejar las cosas antes de salir y realizar la primer visita a esta costera y cinéfila ciudad, completamente invadida por su mítico festival.
Así fue como el alemán, que está acá hace algunos días (que envidia, el puto estuvo en una conferencia de prensa con Cate Blanchet <3 <3), me hizo de guía por toda la zona preparada para el evento, incluyendo la alfombra roja (donde se puede ver a muchísimos enfermos haciendo cola y luchando por lugares preferenciales para ver bajar de las limousinas a los famosos, llevando sus propias escaleras para mejorar su visión…),  y todo el resto del entorno (carpas con oficinas para cada país –en la de Camerún había un afiche de una peli sobre Roger Milla!-, infinidad de yates, ferraris, porches y Aston martins hasta en la sopa, playa con pantalla gigante sobre el mar, etc…), lo cual rápidamente hace que uno se dé cuenta que está definitivamente en otro planeta, especialmente cuando ves cenando a la luz de las velas  un grupito de personas a babor de un yate de 50 metros de eslora… ni hablar de la ropa con la que están todos vestidos, que te hace sentir como un pordiosero instantáneamente…
A las 18 tuvimos que separarnos porque el alemán debía cubrir una película de Darín (no me acuerdo el nombre), así que me volví al hotel a pegarme una ducha y descansar un rato, para retornar más tarde a la costanera (donde estaba  la crema), teniendo la oportunidad de experimentar la metamorfosis entre el aspecto diurno y el nocturno de la ciudad, que, si ya era impresionante bajo el sol, se tornó casi insoportablemente glamorosa (aunque un poco bastante careta, llegando hasta a repugnar en muchos sentidos), con sus brillantes luces por doquier, y las hordas de personas repentinamente ataviadas de smoking (casi todos, lo que a uno le hace pensar: qué mierda harán todos estos boludos, porque famosos no son, entonces por qué carajo está de smoking). Pero bueno, no puedo negar que tiene un encanto particular, al menos para vivirla por un par de días y saber de qué se trata todo éste caretaje.
Logré reencontrarme con el alemán (después de hacer tiempo recuperándome en algunas difíciles partidas al Preguntados, ah, y también me crucé con Axel Kutchevatsky, a quien no logré retratar porque tardé mucho en reconocerlo,  ya que la verdad está hecho mierda el hp, y cuando lo hice ya se me había escapado…), y, después de recorrer un poco la interminable y bulliciosa costanera (imaginen las costaneras de pinamar o punta del este, y multipliquen el glamour y caretaje por 1000, y ahí se puede tener una idea de lo que se vive acá durante éste festival), doblamos por una callecita trasversal y nos metimos en el primer restaurant que encontramos, italiano para variar, siendo atendidos por su napolitano y servicial dueño, con el cual practicamos la imprescindible mención del Diego, a la cual le adjuntamos un pocho Lavezzi y un pipita Higuaín muy oportunos.
Siguiendo el espíritu de la ciudad, decidimos no escatimar en gastos, disfrutando entonces de un par de suculentos menúes compuestos por: mejillones en salsa de curry seguido por salmon grillado con vegetales (alemán) y ensalada de mar seguida por rissoto con ostiones y salsa de trufas (moi), regados por un fresco y amistoso tinto italiano, y coronados por una creme brulée (alemán) y un tiramisú (io). No voy a perder tiempo en descibir la explosión de sabores que experimentamos, estimo que es fácil hacerse la idea. De yapa tuvimos la suerte de contar con la compañía, en la mesa de al lado, de un joven director argentino (el cual obviamente yo no conocía ni a palos, me lo dijo el alemán), secundado por un actor (que tampoco conocía) y su séquito de productoras danesas (porque parece que la película que vienen a presentar, en la que actúa el cuervísimo “Guido” Mortensen, es una coproducción con Dinamarca) (ah, charlando de Guido, el director en cuestión nos contó que verdaderamente el tipo es un enfermo, al punto de pegar stickers del ciclón en los asientos de los aviones, etc) (esperemos que, después de haber inflado su ego reconociéndolo, el flaco éste se cope y se lo presente al alemán en la conferencia de prensa). Como frutilla del postre, un rato antes de que dejáramos el establecimiento (eran las 00:30… acá no es como en Toulouse el tema de los horarios de cena…), cayó a cenar el flaquito que hace de John Snow en la serie Games of Thrones (y bua, se hace lo que se puede en materia de cholulismo), acompañado por un séquito interesante, del cual se destacaba una mina tan desbordantemente hermosa que decidí no sacarle foto por miedo a que se me rompiera la lente del celu… un éxito el restó napolitano que pegamos!
Bastante agotados, y con la perspectiva de sendas horas de escritura sobre nuestras conciencias (porque el alemán escribe para una página de cine… si, no todos son tan prestigiosos como para escribir un blog como éste…), emprendimos la retirada, despidiéndonos de nuestro nuevo amigo director, quien no había dudado en confundirme con un italiano (ya perdí la cuenta de cuántos van), apodándome Marco Bellocchio, y teniendo la oportunidad de contemplar cómo esta ciudad parece no tener intención alguna de dormir, ya que la costanera explotaba más que a ningún otro horario, rebosando de autos de lujo y transeúntes lujosamente ataviados.
















































































13 comentarios:

  1. Qué vista desde la iglesia de Marsella! Ese mar plácido! Bastante empinada la subida! Qué lujo el de Cannes! Me encantaron los platos del restaurant italiano!La noche de alli será muy hollywoodense no? Segui paseando y disfrutano!!!! Thanks for sharing!!!! Abig kiss and a hug!
    Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una cosa de locos el festival. Gracias Ana. Besote.

      Eliminar
  2. VIGO MORTENSEN es el de camisa parado en el restaurante con pelo largo y bigotes? ??

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, ese es el director, Vigo no había llegado. después el alemán consiguió su foto en una conferencia.

      Eliminar
  3. Simplemente fabulooooso!!!!! No puedo creer todo lo que contas. Visitar Cannes justo para el festival y ver esa bella ciudad en su mejor esplendor. Marsella sensacional. Lo bueno es que conocimos esa iglesia para mi imposible subir esa colina. Bueno las comidas hasta las más simples las describis como manjares unicos. Ver fotografías de esos platos y postres, logras que mire detenidamente casi mas los platos que las fotos. Hermoosisimo todo. me encanta lo que estas viviendo y visitando. Besos. Graciela.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Grace! Efectivamente es impresionante ésto! Y la iglesia de Marsella tampoco es tan imposible de alcanzar.
      Besote.

      Eliminar
  4. Ahora me cierran más los 150 euros del hotel. Hacerse la diva tiene un costo, que generalmente es alto. Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Todo fabuloso gordi. Marsella, la catedral, esa subidita. Cannes, estar ahí justo para el festival. La película de Darín, fue aplaudida durante diez minutos, se titula "Relatos Salvajes" y compita para la Palma de Oro. Las comidas son una exquisiteces. Congraciate con el directos a ver si te contrata para un bolo (una entradita en una película o serie). Felicitaciones y seguí disfrutando. Saludo a tu amigo alemán y que encuentres alojamiento. Besoteeeeeeeeeeeeeeeeeeees

    ResponderEliminar
  6. La película se estrenará aquí en agosto. Corrijo errores "compite" "unas" "director". Au revoir

    ResponderEliminar
  7. Buenísima esa cena!!!!.....solo me falta la foto del alemán abrazado con Guido envueltos en la bandera azulgrana......Cuervo, sos mi alegríiiiaaa....mi locura, vos sos mi viiidaaaa.....a Boedo vamo' a volveeeer....por la vuelta, todo daría daría Ciclóoon....donde juegues yooooo voy a estaaar.......hasta la muerteee.......

    ResponderEliminar
  8. Buscalo al alemán en facebook, Andrés Martín, acaba de subir la foto con Guido, una camiseta del ciclón y un cartel que reza: queremos la copa...

    ResponderEliminar