Después
de un merecidísimo descanso, comenzamos la jornada con aprovechando
las bondades del abundante buffet desayuneril de nuestro querido
Milner, el cual nos obsequió deliciosas frutas, panes, tostadas,
facturas, cereales, wafles (preparados en una waflera con la cual me
costó un poco entender y por lo cual me comí un par de puteadas del
staff hotelero), jugos y cafés, condimentados con las más extrañas
leches (bah, si es que es leche eso, porque ni están en la heladera)
saborizadas con canela, vainilla, y avellanas (lo que valió el
comentario de Walter de “Ay, así toma el café Don Onur!!!”).
Ah, para acompañar los farinaceos, ahí sí se quedan atrás
definitivamente estos yankees, porque, además del syrup pedorro ese
que tienen, todavía no puedo entender como mierda les gusta la
mierda esa de la manteca de maní (dicho sea de paso, siguiendo con
los comentarios educativos, cuando la abrí Water tiró un “Ay, eso
es lo que el judío de la serie de Sheldon no puede comer porque es
alérgico!!!”).
Bueno,
el hecho es que, ya calóricamente abastecidos, dejamos nuestra
acogedora y cálida morada para para adentrarnos en la hostilidad del
exterior (en cuanto a su temperatura), para comenzar el recorrido del
Freedom Trail, un sendero que une muchísimos sitios históricos de
la ciudad, y comienza en nuestro ya conocido Boston Common (donde,
ademas de volver a divertinos con los parientes de Alvin, pudimos
contemplar unas estatuas de nieve buenísimas, destacándose la de
Olaf, de la película Frozen).
Obviante
no sé un carajo de la historia yankee, y mucho menos de la de los
bostonianos, y, como tampoco leí nada antes de venir, y no llegamos
a reservar un tour de antemano, se van a tener que conformar con los
versos que les diga, basados en mayoritariamente en fruta que se me
ocurre, o que asocio de algo que recuerdo del Trivial, Carrera de
Mente, o del programa del Ruso Sofovich (QEPD).
Entre
los edificios a destacar del recorrido, podemos mencionar la State
House, con su brillante domo dorado, King's chapel, Old south meeting
house (donde se reunirían los florecientes patriotas...), Faneuil
Hall, la casa de un tal Paul Revere (de éste sí cacé algo veraz,
al parecer era un tipo común y silvestre, con unos 13 o 16 hijos,
aprox, cosa para nada rara entre los puritanos de la época –
alrededores de 1775 - , pero que tomó importancia porque en una
noche de no sé que día se mandó una cabalgata nocturna de puta
madre para avisar a sus compañeros milicianos que el ejército
inglés estaba marchando para la ciudad, y gracias a eso pudieron
repeler el ataque, o algo así), que es la construcción en madera
más vieja de la región, y la old north church. Le doy especial
importancia a las iglesias, ya que, impulsados más por el frío que
por nuestro fervor religioso, creo que no dejamos de entrar en
ninguna. Y hablando del frío, ya mencioné que ni el mapa queríamos
ver, y eso que para dicha acción no se requiere la mano desnuda,
cómo si lo demanda la acción de sacar fotos con el celular...
imaginarán a la velocidad, y con el poco cuidado que lo hacíamos...
así que no se quejen de la calidad de las imágenes.
Volviendo
al recorrido, y ya acercándonos a su final, llegamos por fin al
hasta ahora esquivo río Charles, el cual atravezamos mediante el
puente Charlestown, desde cuya desguarecida estructura metálica
pudimos experimentar en su máximo potencial la gélida fuerza del
viento, cuyos caprichosos soplidos nos movían como si nos hubieran
pegado un empujón por la espalda (suelo exagerar, pero esto es 100 %
cierto). Una vez cruzados sanos y salvos, caminamos las tranquilas y
ascendentes calles del barrio Charlestown hasta llegar a la base del
Monument Square, donde se levanta un imponente obelisco de piedra (no
sé si más alto, pero definitivamente más alto que el nuestro (y
dicen que eso es importante, hablando en términos fálicos), el cual
conmemora la primer batalla que se libró por la independencia (la
cual perdieron, pero al parecer igual los envalentonó porque
lograron matar a un montón de ingleses putos, o algo así). Lo bueno
es que se puede subir al obelisco, y que además es gratarola, así
que, despidiéndome momentáneamente de Walter, trepé los 294
escalones que me separaban de la cima, donde se puede disfrutar de
una privilegiada vista panorámica, y además descansar un poco las
rodillas erocionadas.
De
vuelta abajo, ya lo único que nos quedaba del recorrido era ir a
visitar el USS Constitution, el primer barco de guerra que se hizo en
los EEUU, cuya función era justamente defender la libertad lograda.
La verdad, también nos resultó bastante interesante la cosa, con
descripciones del proceso de construcción, y demás frutas por el
estilo.
Finalizado
así el freedom trail, era hora de, además de picar algo, porque
eran casi las 16... (la verdad es que, no sé si por el excesivo
desayuno, el frío, la concentración en la caminata, o lo que fuera,
lo último que teníamos era hambre), nos metimos en un 7even y nos
clavamos unas deliciosas y mantecosísimas galletitas de chocolate,
acompañadas por el infaltable café saborizado (como el de Onur),
para luego encarar hacia la otra punta de la ciudad, donde nos
esperaba el museo del Tea Party, al cual lamentablemente no pudimos
entrar, ya que justamente cerraba a las 16, pero al menos pudimos
chusmear el shop, y sacarle una foto a la estatua de Samuel Adams,
uno de los primeros patriotas, que al parecer dirigió la llamada
revolución del té, en la cual dicho chabón y sus amigos,
disfrazados de indios ellos, se subieron a un barco y tiraron por la
borda toda la carga de té que llevaba (imagino que se habrán
calentado por los impuestos que les cobraba la corona inglesa, o algo
así) (al fin y al cabo no hay que estudiar un carajo, todos se
llenan la boca hablando de la libertad, pero, al igual que con
nuestros patriotas, y, ya que estamos, con nuestros caceroleros, la
chispa que hace que se muevan es que les metan la mano en el
bolsillo) (sí, es una simplificación, pero que no sean caretas).
Ahora, estimo que ahí también habrá nacido la agrupación política
ultraconservadora que actualmente lleva ese nombre, lo cual sería
muy paradójico, ya que en ese momento los flacos estos eran
revolucionarios (pero antes de ser revolucionarios eran puritanos,
no? Qué quilombo) (a ver si alguien se pone a leer un libro y nos
aclara el panorama, vagos de mierda!).
A
continuación, y como ya se iban acabando los espacios iluminados por
el sol (acá la cosa es lo contrario a las pelis de vampiros, o a las
del espacio si prefieren, en las cuales los astronautas que van
caminando por los asteroides tienen miedo a que les pegue la luz
solar), decidimos comenzar el regreso al hotel, el cual comprendería
un obligado pasaje por el llamativamente extenso barrio chino, lugar
en el cual comprobamos como hay características de los pueblos que
no cambian, independientemente del lugar en donde se encuentren, y,
en el caso de los chinos, como mínimo son su tendencia a la suciedad
y al vicio de fumar, lo que se puede apreciar en la foto de la pila
de nieve sembrada con un interminable cementerio de cigarrillos. De
ahí, solo faltó pasar por el distrito de los teatros, donde pudimos
ver gente cenando, y eso que apenas eran las 18, y nos metimos de
raje en nuestro cálido y afectuoso Milner, que nos recibió con unos
tés de cortesía, para luego regalarnos un merecido descanso.
Bah,
la idea del descanso era el plan original, pero, después de la
revisión de mails y demás redes sociales, recordé que mi
inmesurable capacidad de decir pelotudeces me había hecho prometer
que iba a correr en todas las ciudades que visitara, plan que,
inicialmente a causa del frío (de -7 grados a esa hora) hubiese
parecido como mínimo insensato, pero, la repentina desaparición del
viento, sumada a una inesperada recuperación energética
(seguramente debida a las golosinas que me clavé), me inspirarn para
ponerme mi ridícula indumentaria troteril (a falta de calzas usé
unos calzones largos, pero quién lo iba a notar), y salí a respirar
el aire puro de la oscura pero glamorosa noche bostoniana. Y, la
verdad, por más descabellada que me pareció al principio la idea,
debo confesar que agradezco haber sido tan bocón, porque fué un
paseo muy lindo, recorriendo las coquetas calles tenuemente
iluminadas y atravezando parques nevados, hasta llegar a las orillas
del río Charles, las cuales también presentaban varios metros de
agua congelada, y cuyo sendero lindante, todo cubierto de hielo, se
presentó como un duro rival, especialmente por el riesgo de pegarme
una patinada y quedarme ahí tirado hasta que pasara algún
bostoniano drogadicto a robarme los órganos.
Pipón
en extremo, regresé al hotel, en el cual cenamos, ya que ninguno
tenía ganas de volver a salir, y, escritura y charla de skype con
Emi y con Benito mediante, llegó la hora de volver al sobre.
PD:
si hay más errores de ortografía que de costumbre, es culpa del
linux... la cosa es así, ahora me la doy de hacker, y mi compu no
tiene windows, ni microsoft word, no, tiene un programa genérico de
linux, el cual obviamente no sé manejar bien, porque no me marca ni
un error para corregir, y eso es imposible...
Vertical video!!!! JAJAJAJ
ResponderEliminarUsá gmail para la ortografía.
Se me chispoteó ese video, ya lo cambié. Razias
EliminarQué onda con los encuadres deformes de las fotos? Está de moda en Bostan? Es una crítica constructiva. Sumamos voces para que Chupala sea lo que tiene que ser: esa bitácora de viajes que pone de rodillas a las guías hegemónicas...
ResponderEliminarEscuchame Alemán, acá cada milisegundo con la mano al desnudo cuesta muy caro! Para sacar la foto, el celu sale y vuelve al bolsillo más rápido que la pistola de Billy de Kid!
EliminarAflojá con las fotos fuera de escuadra que quedan como el orto.
ResponderEliminarEstamos esperando las fotos de la visita a Samuel Adams para corroborar que HDP es DLPM!
Y qué hacía esa sucia bandera irlandesa en la más europea de la ciudades gringas? Por San Patricio?
Saludos!
PD: robate una bomba de vacío de la cervecería para sacar la leva del tanque, porque me parece que no la saca ni el Papa.
El nombre "Boston Celtics", con su trévol como escudo, no te suenan lo suficientemente irlandeses?
EliminarJajaja, se arregla todo igual que como se ata, con un alambre!