Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

marzo 20, 2015

Día 2 – Freedom Trail bajo cero

Después de un merecidísimo descanso, comenzamos la jornada con aprovechando las bondades del abundante buffet desayuneril de nuestro querido Milner, el cual nos obsequió deliciosas frutas, panes, tostadas, facturas, cereales, wafles (preparados en una waflera con la cual me costó un poco entender y por lo cual me comí un par de puteadas del staff hotelero), jugos y cafés, condimentados con las más extrañas leches (bah, si es que es leche eso, porque ni están en la heladera) saborizadas con canela, vainilla, y avellanas (lo que valió el comentario de Walter de “Ay, así toma el café Don Onur!!!”). Ah, para acompañar los farinaceos, ahí sí se quedan atrás definitivamente estos yankees, porque, además del syrup pedorro ese que tienen, todavía no puedo entender como mierda les gusta la mierda esa de la manteca de maní (dicho sea de paso, siguiendo con los comentarios educativos, cuando la abrí Water tiró un “Ay, eso es lo que el judío de la serie de Sheldon no puede comer porque es alérgico!!!”).


Bueno, el hecho es que, ya calóricamente abastecidos, dejamos nuestra acogedora y cálida morada para para adentrarnos en la hostilidad del exterior (en cuanto a su temperatura), para comenzar el recorrido del Freedom Trail, un sendero que une muchísimos sitios históricos de la ciudad, y comienza en nuestro ya conocido Boston Common (donde, ademas de volver a divertinos con los parientes de Alvin, pudimos contemplar unas estatuas de nieve buenísimas, destacándose la de Olaf, de la película Frozen).
Obviante no sé un carajo de la historia yankee, y mucho menos de la de los bostonianos, y, como tampoco leí nada antes de venir, y no llegamos a reservar un tour de antemano, se van a tener que conformar con los versos que les diga, basados en mayoritariamente en fruta que se me ocurre, o que asocio de algo que recuerdo del Trivial, Carrera de Mente, o del programa del Ruso Sofovich (QEPD).
Entre los edificios a destacar del recorrido, podemos mencionar la State House, con su brillante domo dorado, King's chapel, Old south meeting house (donde se reunirían los florecientes patriotas...), Faneuil Hall, la casa de un tal Paul Revere (de éste sí cacé algo veraz, al parecer era un tipo común y silvestre, con unos 13 o 16 hijos, aprox, cosa para nada rara entre los puritanos de la época – alrededores de 1775 - , pero que tomó importancia porque en una noche de no sé que día se mandó una cabalgata nocturna de puta madre para avisar a sus compañeros milicianos que el ejército inglés estaba marchando para la ciudad, y gracias a eso pudieron repeler el ataque, o algo así), que es la construcción en madera más vieja de la región, y la old north church. Le doy especial importancia a las iglesias, ya que, impulsados más por el frío que por nuestro fervor religioso, creo que no dejamos de entrar en ninguna. Y hablando del frío, ya mencioné que ni el mapa queríamos ver, y eso que para dicha acción no se requiere la mano desnuda, cómo si lo demanda la acción de sacar fotos con el celular... imaginarán a la velocidad, y con el poco cuidado que lo hacíamos... así que no se quejen de la calidad de las imágenes.
Volviendo al recorrido, y ya acercándonos a su final, llegamos por fin al hasta ahora esquivo río Charles, el cual atravezamos mediante el puente Charlestown, desde cuya desguarecida estructura metálica pudimos experimentar en su máximo potencial la gélida fuerza del viento, cuyos caprichosos soplidos nos movían como si nos hubieran pegado un empujón por la espalda (suelo exagerar, pero esto es 100 % cierto). Una vez cruzados sanos y salvos, caminamos las tranquilas y ascendentes calles del barrio Charlestown hasta llegar a la base del Monument Square, donde se levanta un imponente obelisco de piedra (no sé si más alto, pero definitivamente más alto que el nuestro (y dicen que eso es importante, hablando en términos fálicos), el cual conmemora la primer batalla que se libró por la independencia (la cual perdieron, pero al parecer igual los envalentonó porque lograron matar a un montón de ingleses putos, o algo así). Lo bueno es que se puede subir al obelisco, y que además es gratarola, así que, despidiéndome momentáneamente de Walter, trepé los 294 escalones que me separaban de la cima, donde se puede disfrutar de una privilegiada vista panorámica, y además descansar un poco las rodillas erocionadas.
De vuelta abajo, ya lo único que nos quedaba del recorrido era ir a visitar el USS Constitution, el primer barco de guerra que se hizo en los EEUU, cuya función era justamente defender la libertad lograda. La verdad, también nos resultó bastante interesante la cosa, con descripciones del proceso de construcción, y demás frutas por el estilo.


Finalizado así el freedom trail, era hora de, además de picar algo, porque eran casi las 16... (la verdad es que, no sé si por el excesivo desayuno, el frío, la concentración en la caminata, o lo que fuera, lo último que teníamos era hambre), nos metimos en un 7even y nos clavamos unas deliciosas y mantecosísimas galletitas de chocolate, acompañadas por el infaltable café saborizado (como el de Onur), para luego encarar hacia la otra punta de la ciudad, donde nos esperaba el museo del Tea Party, al cual lamentablemente no pudimos entrar, ya que justamente cerraba a las 16, pero al menos pudimos chusmear el shop, y sacarle una foto a la estatua de Samuel Adams, uno de los primeros patriotas, que al parecer dirigió la llamada revolución del té, en la cual dicho chabón y sus amigos, disfrazados de indios ellos, se subieron a un barco y tiraron por la borda toda la carga de té que llevaba (imagino que se habrán calentado por los impuestos que les cobraba la corona inglesa, o algo así) (al fin y al cabo no hay que estudiar un carajo, todos se llenan la boca hablando de la libertad, pero, al igual que con nuestros patriotas, y, ya que estamos, con nuestros caceroleros, la chispa que hace que se muevan es que les metan la mano en el bolsillo) (sí, es una simplificación, pero que no sean caretas). Ahora, estimo que ahí también habrá nacido la agrupación política ultraconservadora que actualmente lleva ese nombre, lo cual sería muy paradójico, ya que en ese momento los flacos estos eran revolucionarios (pero antes de ser revolucionarios eran puritanos, no? Qué quilombo) (a ver si alguien se pone a leer un libro y nos aclara el panorama, vagos de mierda!).


A continuación, y como ya se iban acabando los espacios iluminados por el sol (acá la cosa es lo contrario a las pelis de vampiros, o a las del espacio si prefieren, en las cuales los astronautas que van caminando por los asteroides tienen miedo a que les pegue la luz solar), decidimos comenzar el regreso al hotel, el cual comprendería un obligado pasaje por el llamativamente extenso barrio chino, lugar en el cual comprobamos como hay características de los pueblos que no cambian, independientemente del lugar en donde se encuentren, y, en el caso de los chinos, como mínimo son su tendencia a la suciedad y al vicio de fumar, lo que se puede apreciar en la foto de la pila de nieve sembrada con un interminable cementerio de cigarrillos. De ahí, solo faltó pasar por el distrito de los teatros, donde pudimos ver gente cenando, y eso que apenas eran las 18, y nos metimos de raje en nuestro cálido y afectuoso Milner, que nos recibió con unos tés de cortesía, para luego regalarnos un merecido descanso.


Bah, la idea del descanso era el plan original, pero, después de la revisión de mails y demás redes sociales, recordé que mi inmesurable capacidad de decir pelotudeces me había hecho prometer que iba a correr en todas las ciudades que visitara, plan que, inicialmente a causa del frío (de -7 grados a esa hora) hubiese parecido como mínimo insensato, pero, la repentina desaparición del viento, sumada a una inesperada recuperación energética (seguramente debida a las golosinas que me clavé), me inspirarn para ponerme mi ridícula indumentaria troteril (a falta de calzas usé unos calzones largos, pero quién lo iba a notar), y salí a respirar el aire puro de la oscura pero glamorosa noche bostoniana. Y, la verdad, por más descabellada que me pareció al principio la idea, debo confesar que agradezco haber sido tan bocón, porque fué un paseo muy lindo, recorriendo las coquetas calles tenuemente iluminadas y atravezando parques nevados, hasta llegar a las orillas del río Charles, las cuales también presentaban varios metros de agua congelada, y cuyo sendero lindante, todo cubierto de hielo, se presentó como un duro rival, especialmente por el riesgo de pegarme una patinada y quedarme ahí tirado hasta que pasara algún bostoniano drogadicto a robarme los órganos.


Pipón en extremo, regresé al hotel, en el cual cenamos, ya que ninguno tenía ganas de volver a salir, y, escritura y charla de skype con Emi y con Benito mediante, llegó la hora de volver al sobre.


PD: si hay más errores de ortografía que de costumbre, es culpa del linux... la cosa es así, ahora me la doy de hacker, y mi compu no tiene windows, ni microsoft word, no, tiene un programa genérico de linux, el cual obviamente no sé manejar bien, porque no me marca ni un error para corregir, y eso es imposible...



























































6 comentarios:

  1. Vertical video!!!! JAJAJAJ
    Usá gmail para la ortografía.

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  2. Qué onda con los encuadres deformes de las fotos? Está de moda en Bostan? Es una crítica constructiva. Sumamos voces para que Chupala sea lo que tiene que ser: esa bitácora de viajes que pone de rodillas a las guías hegemónicas...

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    1. Escuchame Alemán, acá cada milisegundo con la mano al desnudo cuesta muy caro! Para sacar la foto, el celu sale y vuelve al bolsillo más rápido que la pistola de Billy de Kid!

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  3. Aflojá con las fotos fuera de escuadra que quedan como el orto.
    Estamos esperando las fotos de la visita a Samuel Adams para corroborar que HDP es DLPM!
    Y qué hacía esa sucia bandera irlandesa en la más europea de la ciudades gringas? Por San Patricio?

    Saludos!

    PD: robate una bomba de vacío de la cervecería para sacar la leva del tanque, porque me parece que no la saca ni el Papa.

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    1. El nombre "Boston Celtics", con su trévol como escudo, no te suenan lo suficientemente irlandeses?

      Jajaja, se arregla todo igual que como se ata, con un alambre!

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