Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

marzo 30, 2015

Día 12 - Praise The Lord!!!

Encontrándonos calendáriamente hablando en fechas religiosamente relevantes, mi fervorosa profesión de los preceptos de la fé católica, conjugados con mi declarada pasión por las danzas y el canto coral, hicieron que la decisión de despertarnos relativamente temprano (bah, en realidad no tanto, a eso de las 8, pero el tema era que la noche anteior había terminado de escribir a las 4...) con miras a la preparación espiritual, y al desayuno, necesarios, junto con un viajecito de aprox. una hora (incluyendo espera, bordeada íntegra del Central Park y caminata posterior) en bondi, adentrándonos en el ya decididamente más humilde vecindario de Harlem; mundialmente conocido, además de por los Globe Trotters, por estar poblado casi en su mayoría habitantes de raza negra, y también, lo más importante para nosotros en esta oportunidad, por sus famosas misas Gospel. (Gracias Pato por la recomendación!)
Nuestro objetivo inicial era la Abysinian Baptist Church, ubicada en la 142 y lo que sería la continuación de la 8va (porque cambia de nombre, seguramente al de algún célebre afroamericano), supuestamente una de las instituciones más famosas, la cual, según las guías sanateras que pululan por doquier (hay un tal “de Dios”, timando gente por ahí), irreverentemente desafiantes (aún) de la superioridad de Chupala; podía ser visitada justamente los domingos, arribando con una hora de anticipación. Ingénuamente seguimos sus recomendaciones al pie de la letra, desayunándonos al llegar (bah, sería el segundo desayuno) que no se dignaban a recibir turistas. El desánimo inicial se vió rápidamente aliviado cuando percibimos la presencia de una de esas negronas, íconos de la actividad que veníamos a presenciar, quien justamente se encontraba en una esquina repartiendo volantes de otra iglesia, de visión no tan estrecha para con los visitantes del exterior, los cuales de a poco se iban acumulando más y más en su derredor (lo que también prueba la ineficacia las guías extranjeras), para salir luego direccionados hacia la nueva institución, ubicada a escasas 5 cuadras.
La nueva, y más permisiva institución religiosa, llamada Mount Calvary Baptist Church, fue rápidamente poblada por las voluminosas hordas de turistas, quienes significaban, como mínimo, el 70 % de la concurrencia, lo cual originalmente me preocupó, ya que creí afectaría la autencidad y calidad de la presentación (lo cual obvia y necesariamente tiene que ser así si una la compara teóricamente contra la otra, mucho más purista), y la preocupación aumentó cuando, con la iglesia todavía bastante vacía, aparecieron un par de las mentadas negronas, las cuales, más allá de su exesivo entusiasmo, voluptuosidad y voluminosidad (es increíble lo grandes que son, y cómo les salen enormes protuberancias por doquier, ya sin mencionar las obvias supertetas de imagino un mínimo de 5 kg cada una, y un culo que termina a casi un metro de la línea de la espalda), realmente no llegaban a cubrir mis expectativas. Pero, por suerte, llegadas las 11, repentinamente se retiraron las arengadoras (ahí comprobé que esa era su función, ya que habían estado cantando cosas como “yo no sé que vinieron a hacer acá, yo vine a alabar al señor”, y cosas así, poniendo en clima al público), y de la nada aparecieron, vestidos de riguroso negro, los numerosísimos integrantes (porque había hombres y mujeres) del coro, quienes rápidamente ocuparon el vasto espacio que se encontraba atrás del púlpito, ante el cual apareció lo figura de un primer sacerdote (porque después fueron apareciendo varios más, cada vez más capangas), el cual, después de un par de palabras de bienvenida, dió inicio a la fiesta. (ah, lamentáblemente debo aclarar que estaba prohibida cualquier tipo de grabación o fotografía, así que tendrán que conformarse con los videitos secretos apuntando a mi rodilla, los cuales debo decir no llegaron a captar muy bien la impresionante magnificencia del evento)
Lo que vino después, puffff, realmente no se puede describir lo que se siente al estar ahí. Es increíble lo que logran estos tipos, transmitiendo apasionadamente una energía capaz de conmover hasta al hijodeputa más frío que conozcan (ese soy yo). Qué se yo, las canciones de fuerza creciente, los gritos de las negras; el baile, tanto de los miembros del coro como de los concurrentes (y no sólo los locales); la marcada de ritmo con aplausos realizados abriendo los brazos a 180 grados; el diálogo permanente entre el predicador y la gente, que le responde a casi cada frase con como mínimo un “amen”, “oh yeah”, “yes he did”, “you said it brother”, todo con ese acento negro tan característico; y la apasionada potencia que los sacerdotes le imprimen a sus palabras; realmente hacen que se trate de una experiencia impresionante y altamente recomendable, justificando ella sola, a mí entender sin dudas, el costo de todo el viaje con tan solo poder vivirla (sí, sé que tal vez no soy muy confiable, con mi tendencia a pagar carísimo los costos de las celebraciones a las que voy, como las misas ricoteras del ambicioso hijodemilputas del indio Solari, cuyos Jijijis multitudinarios son la única otra experiencia que encuentro comparable en cuanto a movilización energética espiritual, pero creanme que vale la pena).
Lo único negativo es la duración, ya que la misma, entre las canciones, los cambios de oradores; viniendo primero, como les dije, primero un flaquito pelado de pelo largo (tipo encías sangrantes Murphy), que hasta se mandó la recitada esa que hace Samuel L. Jackson en Pulp Fiction (esa de through the valley of darkness), después un viejo canoso, seguido de un gordo de traje, y finalmente otro viejo pero de voz ultrapotente; se extiende por más de 2 horas (2 y media casi con exactitud), las cuales igual se pasan realmente rapidísimo, especialmente la primer hora y media, siendo la última parte, justamente la del sermón, un poco más aburrida, no sólo por la disminución de los impulsos musicales (me refiero al canto, porque la batería y el organito están siempre presentes, de fondo), sino porque, como todos los sermones, la idea de intentar racionalizar la religión se me hace bastante tediosa (sería preferible que se quedaran sólo con la fé ciega y la impresionante transmisión energética).
En cuanto a las partes de la misa, a grandes razgos es similar a la católica (salvando las diferencias de ritmo y tono de la prédica, y de los múltiples sacerdotes), con padre nuestro, pedido de limosnas (con la diferencia de que no pasan a buscarla, uno tiene que ir a llevarla casi hasta el altar, y fuimos todos...), rezos tomados de la mano, y saludo de paz y amor al de al lado. También hay que sumar una sección en la que el capanga habla con los turistas, preguntando de dónde son. La gran diferencia es que no tienen comunión, terminando repentinamente la misa después de lo de la paz, habiendo sido dicha parte final, es justo decirlo, la peor de todas, con la mayoría de los cansados turistas ya escapados, y, como dije, con menos música, y un pesado sermón sobre el poder negativo de la “religión del dinero”, etc, etc, justo acá, en el país del consumo... un desubicado...


Extenuados por la cargada movilización espiritual, y cargados con nuestras hojas de no se qué (estimo por pascuas), emprendimos la retirada con destinos justamente más materialistas, específicamente el concurrido barrio del SoHo (por “sur de Houston”, – la calle - , la cual Janisha me dijo que acá se pronuncia “jouston” en lugar de “jiuston”), donde, después de nuestro tardío almuerzo de siempre (esta vez en un subway), nos dedicamos a recorrer primero las más tranquilas calles exteriores, pobladas por una alta densidad de casas de diseño, algunas galerías, y locales de las más diversas nacionalidades (entramos a uno ponja muy interesante, y con buenos precios), para finalmente terminar en la populosa Broadway, cuyo recorrido por la infinita oferta de negocios (se destacan por su arquitectura el de la inaccesible Prada, y un oscurísimo Hollister) nos tomó una buena cantidad de exhaustivas horas (me cansa más que salir a correr, sin dudas), entristeciéndonos un poco por el cierre del mítico local Old Navy, muy recomendado por el colo.


De vuelta por el barrio, una pasadita por otra gran recomendación (gracias, alemán!), el tentador Fluffy's, un humilde bolichito con una importante oferta de todo tipo de comidas, siendo nuestra elección del día un par de cheesecakes (una de arándanos, y otra estilo New York – sin dudas la mejor - ) , y un cannoli (los cuales, profesando la religión de “El Padrino”, no puedo evitar comprar cada vez que los veo), todo en extremo delicioso, y súper saciador, lo cual causo que la consiguiente cena hotelera (ya eran las 21) fuera muy frugal.

La noche estaba ideal para seguir, pero el sueño pudo más, venciéndome de manera arrasadora, así que, despierto de nuevo a la medianoche, fue el momento de plasmar estas líneas, para luego ser afectado nuevamente por los influjos de Morfeo.















































4 comentarios:

  1. JP: hablá con tu webmaster porque no puedo ver los videos. Invertí en Chupala.

    ResponderEliminar
  2. Lo acabo de rajar, hay una vacante abierta para el puesto, te va el combo social media manager de la cervecería junto con el de Chupala?
    Igual, para ver no hay mucho, jajaja, todo negro (y música de negras).

    ResponderEliminar