Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

marzo 24, 2015

Día 6 - Michael se revuelve en su tumba

Agridulce fue nuestra sorpresa al comprobar, después de abrir las cortinas, que la ciudad estaba siendo afectada por una intensa nevada, mucho más fuerte de lo que nos veníamos habituando. Y digo agridulce porque, si bien realmente es hermoso ver como caen los copos y se acumulan en esponjosos montículos sobre todas las superficies que encuentran (no sólo necesariamente las horizontales), el ver que el termómetro ya se alejaba todavía más del cero para meterse con fuerza en los negativos, no era algo muy alentador que digamos. De todos modos, hay que tener en cuenta otra de las cosas buenas del frío, y es que en cuanto a molestias para el turista de a pie que debe permanecer al descubierto por grandes intervalos de tiempo, ciertamente se hace mucho más soportable la nieve que la lluvia.


Desayunamos, y, con la imagen de la nieve cayendo desde nuestra ventana, nos preparamos de la mejor manera que pudimos (todo por duplicado, hasta los guantes en mi caso), y salimos a embestir de lleno contra la inusual (para nosotros y para la época) tormenta.
Ni una cuadra habíamos hecho, y mi arrepentimiento por haber decidido no traer los borceguíes impermeables ya había alcanzado su máxima expresión, a causa de que la acumulación de hielo semiderretido en las esquinas era tan alta que superaba la altura de mis simplonas zapatillas, provocando una constante y para nada placentera fuga de agua helada que mantenía mis 2 pares de medias en contínuo estado de congelación. Además, lo resbaladizo de la calzada nos hacía la marcha bastante difícil, especialmente a Walter, cuyo calzado de cuero, si bien la protegía bien del frío, para nada la guarecía de las caídas. No obstante todos esos contrapuntos, decidimos seguir adelante, visitando los puntos interesantes que se nos iban cruzando (casi todos eran casas de ropa o accesorios), hasta llegar a un negocio italiano cuya visita me había sido sugerida por Nurse, llamado Eataly (juego de palabras entre la pronunciación sajona de Italia y la descripción de lo que allí se vende, cosas para morfar).
La verdad, una cosa de locos, daba ganas de comprar todo, desde los accesorios de cocina, hasta el frasquito más pedorro de especias (pasando por pastas, frutas, carnes, quesos, vinos, y hasta cervez artesanal, todo tano) (bah, también habían ajos argentinos...), pero 2 cosas atentaron contra eso, una, que la verdad no teníamos hambre, y la segunda, que era realmente un robo a mano armada (como casi todo llo gourmet, y casi todo lo que se encuentra cerca de la magnificent mile), cotizando por ejemplo casi 30 dólares la botella de Campari.


Una vez afuera (estuvimos un bueeeeen rato chusmeando), decidimos, en un arrebato de osadía, intentar darnos una vuelta por e puerto, pero, después de largos minutos de dificil marcha walteriana por las resbaladizas veredas (peligro al cual se le suma que en una de sus manos llevaba permanentemente sacado el celular, para sacar fotos a cada montículo de nieve, y en la otra un café); decidimos reservar dicha visita para el día siguiente, conformándonos con realizar una pasadita por una muy tentadora pochoclería llamada Garrett (también sugerida por Nursery), en la cual compramos un mix de pochoclo acaramelado con pochoclo de queso (yo), y sólo acaramelado (Mrs. Bean).
Felices ambos con nuestra cerdicompra, acompañé a Walter para que descansara (y no tentara más su suerte con el hielo) en el hotel, acto seguido del cual encaré directamente para el lado sur de la avenida Michigan, con un único objetivo (ya que estaba muy al dope, y mucho no nos queda nuevo por hacer), volver a ver el Bean, pero esta vez nevado. Por suerte el espectáculo no me decepcionó, por lo cual pude pegar la vuelta bastante feliz luego de haber visto la superreflectiva estructura con su mitad superior cubierta de hielo. Las vistas de los arboles y las plazas presentando más de 10 cm de nieve sobre sus superficies también me agradaron bastante, por lo cual decidí; después de rechequear los exorbitantes precios de varias tiendas, y de intentar tomar fotos de los rascacielos tapados por las nubes; que también era momento de pensar en hacer una pausita, así que regresé al hotel, donde me esperaba una reparadora duchita, especialmente para mis congelados pies pasados por agua.


Un rato más tarde, ya repuesto casi por completo, decidí aprovechar la tarde-noche para hacerme una escapadita (según sugerencia de Sietecase, quien también tiró la precisa de la cervecería Samuel Adams) hacia el conurbánico United Center, hogar de los míticos Chicago Bulls. Me tomó aproximadamente 1 hora llegar a destino (caminata y combinación de subtes mediante) (ah, ya que estamos puedo hacer un comentario sobre la impresionante diferencia entre la manera de acceder a los eventos entre Europa y, al menos, Chicago – no quiero generalizar -, ya que en el viejo continente la mayoría de los asistentes llegan usando el transporte público, en cambio acá viajé casi yo solo, llegando el resto de la gente en su propio vehículo, lo que obviamente demandó varias manzanas de espacio para estacionamiento.); y, una vez allí, valiéndome de una aplicación de mi teléfono Armando Manzanero pude ingresar sin necesidad de haber impreso la entrada (la cual, dicho sea de paso, acababa de sacar por internet hacía no mucho más de una hora).
Superadas las puertas del estadio, ya uno se siente inmerso en el embriagador mundo del espectáculo ingenierizado por estos yanquis hijosdeputa, los cuales son sin dudas expertos en el asunto. La edificación es una cosa de locos, y pareciera haber estado diseñada más orientada al consumo que a la difusión del deporte, ya que se trata de una especie de shopping circular, con casas de deporte, restaurantes y hasta bares de tragos sofisticados, todo rodeando a la cancha y a sus ingresos, distribuídos en 3 o 4 pisos. Y eso es poco decir si pensamos en lo que sigue del show, ya que, empezando por la manera de cantar el himno, para pasar luego por la presentación de los jugadores, con videos individuales de pedido de palmas (power clap), y por las porristas, bailarines de rap (de esos que dan giros con la cabeza apoyada en el piso), la mascota (que clavó la bocha tirando de espaldas, y desde mitad de cancha...); la cosa se vuelve realmente emocionante, y eso que yo soy un témpano. Lo únco malo es que realmente el show fue lo único que me pareció interesante, ya que el partido (salvo cuando la agarraba un poco el catalán Pau Gasol) (creí que se iba a ver mal desde mi satúrnica ubicación, pero la verdad es que no molestó para nada estar tan lejos) fue bastante aburruido por lo cual casi no le dí bola, preocupándome por el marcador sólo a causa de una promoción de Mc Donalds que rezaba que si los Bulls ganaban marcando a menos 100 puntos habría un Big Mac gratis para todos los portadores de cupones (que creo eramos todos). Y, con respecto a ese trato, lamentablemente debo decirles que... todos los jugadores de los bulls esán entongados, porque sino no se explica lo que pasó sobre el final del partido. Faltaba 1 minuto, y los Bulls, que venían de dominar todo el encuentro, acababan de alcanzar su punto 98, quedando a un mísero doble para la activación de la promoción. Los que saben algo de basquet sabrán que dicho minuto final siempre se estira como chicle gracias a la utilización de los tiempos fuera, lográndose una enorme cantidad de puntos anotados. Bueno, los putos no solo tuvieron 2 tiros libres, los cuales desaprovecharon tirándola a cualquier lado, sino que también contaron con la posesión de la bola durante los últimos 20 seundos, durante las cuales el trolo que la portaba se negó a efectuar el tiro, quedándose picándola estúpidamente hasta que sonó la chicharra, sorprendido en medio de un abucheo feroz (impensado en las épocas de Jordan, Pippen y Kukoc) realizado por parte de toda la hambrienta afición, que no podía creer en semejante estafa.

Hambriento y decepcionado (a pesar de la victoria de los Bulls), emprendí la fría y solitaria retirada, con céntrico destino, siendo el objetivo clavarme alguna hamburguesa de la competencia, y también descubrir el aspecto de la Magnificent Mile y sus rascacielos nocturnamente iluminados, destacándose la cima violeta del “cabeza de cebolla”, y la cima roja del “gótico”, además de la monstruocidad de la torre Trump, y la tubularidad de la torre Willis.
































































































5 comentarios:

  1. Jaja, me imagino 10000 cerdos hambrientos chiflando! Haceles juicio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hubiese sido genial un "destrocemos el lugar" de Serpiente!

      Eliminar
  2. Genial las fotos!!!!!
    Con Lean nos acordamos que nos contaron que hay un edificio que lo vas a identificar porque tiene su cima con forma de rombo. esa superficie no debería tener nieve acumulada... tiene un sistema de calefacción que derrite la nieve, se supo que un pedazo de hielo cayo sobre un transeúnte provocandole la muerte.... Eso nos contó la guia de Chicago Greeter que nos llevo de paseo por la ciudad.
    Otra paseo que estuvo muy lindo, fue visitar oak park un barrio, donde están las primeras casa de arq del Guggeheim, Wrigth.
    En la ciudad de Chicago esta la Robie House que se puede visitar.
    Perdón mi insistencia arquitectónica, vale la pena, preguntale a Lean que se fumo todo...
    Besos a los dos!!!

    ResponderEliminar
  3. Que groso Dany! Lo ví tarde el mensaje, igual, viendo el mapa, está bastante alejado el rrioba ese, así que se nos iba a hacer dificil...

    Igual, a la vuelta organizamos una visita a la casa Curuchet!

    ResponderEliminar
  4. no habia alguna entrada mas lejor para el partio de basket? yo pense que estaba lejos, pero viendo tus fotos....que tal el techo?

    Chicago ... en verano es la mejor ciudad de EEUU...
    excelentes fotos
    abz
    pato weisz

    ResponderEliminar