Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

mayo 07, 2013

Día 17: Sin preocupaciones

Quiso fortuna que pudiéramos pasar la noche sin ningún tipo de visitas sorpresivas de la índole del nombre del programa de Rial, por lo cual le estamos inmensamente agradecidos, de modo que, después de alcanzar un merecido descanso, logramos despertarnos con relativa facilidad, afrontando luego con valentía las duras embestidas de los múltiples platos que tuvieron parte en nuestro desayuno (como verán en la foto, la dupla ofensiva tomate-pepino siguió entrando a la cancha en combinación, acallando a todos los bielsistas que nunca aceptaron el tándem Bati-Crespo).

Repitiendo el recorrido del día anterior, encaramos el subte 2 y una minicaminata para encontrarnos en la puerta de Brandenburgo con nuestros amigos de New Berlín, con la idea de realizar un nuevo tour bajo la tutela de algún gallego amigo de los psicoactivos, pero, después de enterarnos que para el recorrido que teníamos pensado sólo había guía angloparlante, y, como generalmente nos pasa, de que el grupo se acabara de ir con destino a la estación de tren, tuvimos que ensayar un pequeño pique para alcanzarlos, y presentarnos ante el británico representante de la empresa, quien estaría encargado de agasajarnos con sus conocimientos (y también al resto del numeroso grupo, aunque no tanto como el del tour anterior).
Todavía no hablé del destino, que sería nada menos que la ciudad de Potsdam, capital del estado de Brandemburgo, ubicada a unos 30 km al suroeste de Berlín, en la cual se pueden visitar varios palacios de verano de los emperadores prusianos, siendo el más importante (de los que tocó el tour, porque no alcanza el tiempo para todos, el palacio Sans Souci, favorito del francófilo y venerado emperador Federico el grande (Friederich der Groose). Además, la ciudad tiene unas cuantas otras cosas interesantes, o al menos eso nos quiso vender Sam, nuestro guía, a cuyo acento londinense debimos recalibrar nuestros oídos antes de poder disfrutar cabalmente de las explicaciones que brindó.

Vamos por partes, como Jack. Luego del viaje en tren, secundado por un corto trayecto en bondi, nos bajamos en las afueras de la ciudad, apenas cruzando el puente que la separaba de Berlín. Dicho puente fue en la época de la guerra fría otro de los puntos de intercambio entre los yanquis y los comunistas, como el checkpoint Charlie (éste era el checkpoint B, o Beta seguramente). Acá uno rápidamente podría decir: pero óomo con los comunistas, si la ciudad de Potsdam está para el oeste? Y la pregunta tendría sentido si Berlín se hubiese encontrado en el centro de Alemania, pero al estar tirando para el éste, en realidad la parte capitalista de Berlín estaba inmersa completamente en la Alemania Comunista, por lo que el muro no solo la dividía de este a oeste, sino que en realidad la rodeaba completamente.
Bueno, sigo. Las afueras de Potsdam son un lugar maravilloso, pobladas por lagos y pintorescos bosques (y acá Sam nos explicó que la palabra “picturesque”, que yo traduzco como pintorescos, justamente quiere transmitir la idea de paisajes enmarcados como en una fotografía o pintura, específicamente diseñados para dar ese efecto ante el observador), que alojan una gran cantidad de palacios menores, de estilo inglés (como los bosques),  bastante cerca de los suburbios residenciales poblados por  casas muy hermosas con vista a los lagos, y relativamente baratas (en relación a lo que eran, 600.000 euros no parece mucho, para los europeos obviamente) a causa de que originalmente lindaban con el muro. Muchos de esos palacetes se encuentran enmarcados (de ahí lo de picturesque) en los también anglófilos jardines del denominado Neuer Garten, organizados bajo el reinado de uno cuyo nombre no recuerdo pero que era apodado “Gordo Bastardo”. En esos jardines está permitido tomar sol en pelotas, pero solo del lado que antes era comunista (porque los comus agarraron esa costumbre porque al parecer estar en bolas era una de las pocas libertades de expresión que tenían, y como los a occidentales no les gusta, llegaron al acuerdo de permitirlo sólo de un lado), y efectivamente pudimos observar a algunos teutones impúdicos hacer lo suyo, y eso que era lunes al mediodía.

Recorriendo un poco más esos bellos y nudistas jardines llegamos hasta el pequeño pero adorable palacio Cecilienhof, en el cual se llevó a cabo la famosa conferencia de Potsdam, entre Churchill, Truman y Stalin, donde se comenzó a discutir cómo se castigaría y dividiría a Alemania, y de yapa también le terminaron de dar el ok al plan de tirar la bomba atómica en Hiroshima… Al parecer se eligió dicho lugar por 2 motivos: era lo más cercano a Berlín que no se encontraba hecho añicos, y además tenía la particularidad de poseer 3 entradas, lo que era ideal para el protocolo, ya que hubiese sido muy difícil definir qué delegación ingresaría antes, etc, etc, ect (esas boludeces  testosterónicas de las potencias). Obviamente el palacio tiene una historia anterior, que ahora no recuerdo , pero el escudo de armas con la vaca sacando la lengua, perteneciente a la flía de la jermu del que lo construyó, me pareció genial.
Acabada la explicación de ese sector, el tour continuaría en el centro de la ciudad, por lo cual debimos abordar un nuevo micro que allí nos colocó en pocos minutos.

Me había olvidado de comentar que el inglés nos había hecho una monumental introducción a todo el tema de la monarquía prusiana, dándonos un pantallazo general tanto frente al resto de las monarquías germanoparlantes, y a las demás potencias mundiales, y, sobre todo, como se fue gestando poco a poco lo que finalmente terminó dándole origen tanto a las ideas expansionistas y al nacional socialismo, como a la racionalización y optimización de los recursos, teniendo monarcas que, al contrario de Luis XVI, con su “el estado soy yo”, se definían a sí mismos como “el primer servidor de estado”.
Sigo. Ya bajando del micro en el centro de la ciudad se pueden vislumbrar los efectos del impresionante bombardeo que recibió la misma, que igual zafó de ser arrasada por completo porque en teoría la primer bomba atómica iba a ser probada ahí, pero no pudo ser porque no llegaron a tiempo los scientists. Y justamente la evidencia es la cantidad de edificaciones nuevas (es decir, postguerra) que hay, ya que, si bien fueron completamente remodeladas, se nota a la legua su juventud, terminando todo en un impresionante semejanza con Disney, especialmente con los patios de comida en que hay casas de distintas nacionalidades, ya que la arquitectura de ésta zona es bastante extraña, mezclándose el estilo holandés, con el inglés, y hasta con el comunista (estilo monoblockeísta. Allí, además de clavarnos unos  bastante aceptables bagels y disfrutar de la tranquila zona comercial para clase media, pudimos contemplar una segunda puerta de Brandenburgo, la cual también había sido bombardeada, por lo cual debió ser restaurada.
A pocos metros de allí nos encontramos con la entrada del parque Sans Souci (del franchute, sin preocupaciones), hogar el palacio del mismo nombre, y de otros más lejanos. Lo primero que vimos del parque, además del prolijo césped, fue una zona bastante tranquila en la cual se levantan algunas columnas una capilla, en la cual, además de estar enterrado el padre de Frederick der grosse vimos una estatua de un Shisus muy musculoso, haciendo ese gesto que hace cristiano Ronaldo como diciendo: tranquilos, miren que estoy yo, que nos pareció muy divertida, todo cercado por el agua de los canales y laguitos.
Caminando un poco más llegamos a acceder a una inmejorable vista del magnífico palacio de nombre tan apacible, el cual se encuentra en la cima de una lomada, y que además presenta la particularidad de poseer unos jardines aterrazados poblados por parras, las cuales no pudimos contemplaren todo su esplendor a causa de que terminarían de florecer recién en julio. A la distancia pudimos contemplar otros 2 palacios, mucho más grandes e imponentes, pertenecientes a los sucesores de Federico (que era trolo y no tuvo hijos, pero que no llegamos a visitar. Lo único que me queda por decir de éste maravilloso lugar son las últimas palabras que dedicó Sam al mencionado Frederick, quién al parecer es uno de los pocos héroes que tienen los alemanes (que en esa época eran prusianos), junto con el genial Otto Bismarck (unificador de los reinos germanoparlantes), el cual, aún 200 años después de su muerte, aún continúa siendo venerado, dejando los fanáticos sobre su tumba unas simples papas, hortaliza que él se encargó de introducir (además de ser un gran artista y mecenas de artistas y pensadores, como Voltaire, también se preocupó por las nuevas tendencias y la alimentación del pueblo, luchando contra la superstición de los campesinos locales que no confiaban en esa cosa rara traída de américa, por lo cual tuvo que plantarlas en el jardín real como modo de ejemplo). También hacía cosas rarísimas para la época, como permitir que la gente ingresara a los palacios a presenciar sus colecciones de arte, etc, y, como si fuera poco, era además un genio militar, descubriendo nuevas y efectivas tácticas que le permitieron a su país, siendo en comparación mucho más insignificante, vencer y sacarle territorios al imperio austro-húngaro, aliado con las franceses y rusos.

Bastante movidos por la historia de Fredi, el cual no es muy conocido arafue de Alemania, pero ante la tumba de quien hasta Napoleón se sacó el sombrero, reconociendo que si él hubiese estado vivo, los franchutes no hubiesen conquistado Prusia (eso fue más adelante), dimos por terminado el tour, y comenzamos el largo camino a casa, con bondi y tren como actores principales. La idea, siendo ya casi las 18 cuando llegamos a Alexanderplatz, fue recorrer un poco las tiendas locales en busca de saciar nuestra sed consumista interrumpida el día anterior, así que, primero entrando a un gigantesco Saturn, compuesto por 3 interminables pisos con todo tipo de tecnología, gastronomía, música, juegos y películas, destacando especialmente las cafeteras para nespresso, las cuales, rondando los 100 euros, constituyeron una tentación fuertísima, que igual logramos resistir por el tema del tamaño y peso, y la sección de juegos, en la cual había sets completos de simuladores de autos y hasta aviones, con las butacas, comandos, y hasta monitor doblado con forma de cabina. Una locura.
La segunda parada quedaba en frente, y se trató de la impresionante galería Kaufhof, una bestia al estilo Falabella, en la cual compramos una mochila para reponer la que se le había roto a Shuliet, y varias otras cosillas que llamaron nuestra atención, debiendo rajar ráudamente antes de terminar liquidando el crédito de la tarjeta ante la cantidad interminable de cosas que nos tentaban.

Terminamos la jornada picoteando algo en el hostel, a causa de que buscamos sin éxito un local de kebabs, lo que fue rarísimo, ya que cuando no los buscábamos aparecían por doquier (si vimos un extrañísimo bar-boliche construido con containers, pero no era lo que buscábamos), y finalmente tratando de hacer el check in e imprimir el boarding pass para el vuelo de mañana que nos llevara a nuestro nuevo y ya no tan común (turísticamente hablando) destino.

PD: no podemos evitar irnos de esta ciudad gigantesca y destilante de historia, con una tenue sensación de tristeza a causa de todas las cosas que nos quedaron por ver, pero la verdad es que terminó siendo mucho más grande de lo que esperábamos, haciendo aparecer un factor de ineficiencia turística hasta ahora desconocido, la gran pérdida de tiempo por traslado entre los puntos de interés. El castillo de Charlottenburg, con su respectivo parque, la zona del Spandau, los secretos de la Alemania Comunista, el barrio turco, y tantas otras cosas que ni llegamos a pispear, pero bue, igual en suma creo que salimos bastante hechos.



























4 comentarios:

  1. Poco bala el de las sandalias!!! Si Adolfo viviera, sabés como lo cocina, jajajaja!!!

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  2. Bueno Postdam no conocí, si Dresde. Lo lamenté, pero bueno los viajes son así siempre queda algo. También a mí me impresiono Saturn sobre todo porque tuve q comprar una batería y el cargador de la maquina de fotos que me la olvide en Bruselas. Me impresionó además por la facilidad con que me pude comunicar y las ofertas que me hicieron hasta recomendadome las conveniente,práctica y económica.también me impacto las Kadewe, en la que solo pude comprar una bolsita porq todo lo que me gustaba era carísimo. Besos. Graciela-

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  3. ...dacord con Emi y Siete.....como cambió Berlín....un dos. un dos....eins zwei....eins zwei....
    Alberto

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