Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

mayo 05, 2013

Día 15: La isla de Gui...los museos y otras yerbas

Hoy tuvimos nuestro bautismo de fuego con el mañanero desayuno hoteleramente berlinés, el cual no estaba incluído en la tarifa, pero pudimos costear sin mucho esfuerzo monetario. El mismo no fue tan completo como los anteriores, pero de todos modos cumplió con su misión de dejarnos bien cargados para un largo día de traqueteos continuos, destacándose especialmente su chocolate con leche caliente muy espumoso, el cual repetimos gustosos.

La idea principal de la jornada era cubrir unos cuantos museos que nos habían parecido interesantes, de modo que arrancamos bajando por la cercana arteria Rosa-Luxemburg hasta llegar a Alexanderplatz (pasando por varios negocios con cosas muy locas, como una máquina para cortar salchichas (vean especialmente en la foto la cara del pancho asintiendo sonriente ante el logro que alcanzó gracias al uso de tan necesario elemento, que seguramente no faltará en la casa de cualquier nazi que se precie). A unas pocas cuadras de allí, cruce del Spree mediante, alcanzamos la Museumsinsel, o isla de los museos, cuya primer estructura visible (cosa que habíamos comprobado ayer) no es un museo, sino la catedral de Berlín, o Berliner Dom, una imponente mole lindante con el río, la cual posee, como su nombre en alemán lo alude (eso creo), un domo de la re puta madre (muy ancho y alto). Ah, también tiene una colección de ataúdes impresionantes en los que imaginamos reposarán los restos de las más famosas glorias teutonas, pero no puedo asegurarlo, ni me importa mucho tampoco. Lo que sí puedo intuir correctamente, estimo, es que se trata de un templo protestante, porque la misa la estaba dando una mina.

Salimos de allí para meternos de lleno en la isla, y después de una relativamente larga y molesta cola al rayo del sol (no hacía mucho calor, pero el sol pegando en la nuca por más de media hora no se puede describir como “no molesto”), amenizada únicamente por la presencia de unas gallegas que nos hacían reír mucho con su acento al conversar entre ellas, logramos hacernos de un par de entradas combinadas para todas las exposiciones, que a la larga no terminaron resultando caras. Recorrimos inicialmente así el Altes Museum (altes guisens), en el cual no había muchas cosas copadas, llamándome la atención sólo una estatua de la victoria alada, para después cruzarnos al Neues Museum (museo nuevo o algo así), en el cual sí pudimos ver cosas un poco más importantes, como varios tesoros del antiguo Egipto, siendo la estrella un promocionadísimo busto de Nefertiti, de cuya belleza no pararon de vendehumear en la audioguía, recordándome como en la primera edición de Super M casi hacen llegar a la final a una mina muy fea haciendo alusión a una supuesta “belleza exótica”…
La frutilla de la isla fue el museo de Pérgamo, nombrado así por la presencia en el mismo (si, está casi todo reconstruído ahí) de un templo griego llamado justamente así (o traído de allí, eso no lo entendí bien, porque me hice el canchero y pedí la audioguía en francés…). Encima, como si fuera poco la presencia de semejante monstruo, con sus columnas, escaleras, y hasta altar de sacrificio, todo armadito en una gigantesca sala, el museo también aloja impresionantes puertas, paredes y estatuas de templos babilónicos y turcos (o similares), lo que, como siempre, lo obliga a uno a pensar cómo mierda los habrán adquirido, y lo mismo para el proceso de transporte… en mi opinión, sean comprados, pirateados, o regalados, ya sería momento de que fueran regresando al lugar de donde salieron… pero bue… y nosotros seguimos reclamando las Malvinas…

Bastante impactados salimos de la isla, dejando de lado el museo de Alemania, y varios otros que nos dio para visitar (por temas de tiempo principalmente), y nos fuimos, caminata y subte mediante, a una exposición llamada “topografía de los terrores”, montada en el lugar donde se encontraba el cuartel general de la Guestapo. Ahí pudimos chusmear algo de la historia de la segunda guerra en Berlín, empezando en los tiempos en que se empezaba a gestar la semilla del nazismo, y cómo fue transcurriendo el asunto, hasta los últimos bombardeos de que arrasaron casi por completo la ciudad. El siguiente punto fue un Mc Donalds ubicado justo frente al también visitado con anterioridad Checkpoint Charlie, dónde saciamos nuestros ya reclamantes apetitos, y seguimos camino hacia otro punto de interés cultural, el museo de los judíos, un interminable y tecnológico laberinto interactivo, en el cual se describe la historia de los judíos alemanes en general, y de varios judíos exitosos en particular, de una manera tan pedagógica y convincente que, si no fuera porque nos teníamos que ir y terminamos pasando todo bastante rápido, creo que me hubiesen convencido de hacerme la circuncisión de lo copado que pintaban todo.
De ahí nos fuimos, haciendo uso reiterado de nuestra Berlín Welcome Card para la alejadísima y soviéticamente nombrada calle Karl Marx, con la errónea idea (plantada en nuestras cabezas por una guía de internet) de que allí descubriríamos los restos del Berlín comunista… pero lamentablemente nos encontramos con un paisaje tan parecido al de la terminal de once, que si no fuera porque en lugar de los judíos de allá no hubiesen estado los turcos de acá, hubiésemos creído que el largo viaje en subte nos había depositado de nuevo en Argentina.

Rajamos rápido de ese desordenado y ruidoso lugar, con el norte fijo en la única gran porción remanente del muro (Berliner Mauer es acá), de un poco más de un kilómetro, convertida ahora en una especie de galería de arte callejero llamada East Side Gallery. Nos tomamos nuestro tiempo para recorrer toda la “muestra” (muchas de las “obras” no son mucho más que grafitis que se pueden ver en cualquier pared de barrio medianamente marginal, pero hay unas cuantas que valen la pena), y de paso relajarnos un poco en la reparadora costanera que hay del otro lado de la exposición, desde el cual se ve la parte posterior del muro, ya acá sí directamente grafiteado sin ninguna pretensión galeriística.
Alcanzado el fin del recorrido, nos subimos a una de las plataformas de la Ostbanhof para, después de pifiarla con el primer tren tomado, recomponernos y, mediante una combinación con el u-bahn (subte) 2, llegar a la muy mencionada Kultur Brauerei, que, según suponíamos por su nombre, se trataría de una cervecería, pero lamentablemente para nosotros era en realidad un nocturnísimo boliche under, donde se juntaban (si ya normalmente la gente se viste rara acá, imaginensé cómo se visten los que curten la onda de las subculturas alternativas) los bichos más bizarros que nunca había visto, en un ambiente de humo y oscuridad que no estábamos dispuestos a tolerar, así que por suerte pudimos escapar por donde habíamos entrado.

Tristes por las expectativas rotas, pero felices por haber conservado el pellejo, o por lo menos los pulmones y oídos, cambiamos rápidamente de planes sobre el pucho, y decidimos realizar algunas compras en un súper, para después regresar al hotel, ya cerca de las 22, donde disfrutamos de unas suaves y refrescantes cervezas Berliner en el amigable y armoniosamente ambientado bar del hotel, ubicado en el último piso, que además posee una espectacular terraza con vista a la torre de tv.
Cerramos el día picoteando algo en la pieza, y conectándonos al lentísimo wifi que nos es accesible únicamente en el lobby.

























6 comentarios:

  1. Bueno nosotros también fuimos tras nefertiti. También despues de ver en NY lo que los amercicanos se llevaron y el Británico, creí que quedaba allí. Pero los alemanes no se quedaron corto y se trajeron todo Pergamo y Asia Menor.Me impresionó al entrar. Bueno pienso que seguiras en berlín y terminarás con los atractivos turísticos del viaje. Besos a pura salchicha y cerveza.Graciela.

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  2. Hola chicos!
    Consulta, el Museo Judío que visitaron es el diseñado por el Arq Daniel Libenskind? Si no es así traten de ir.

    Genial los relatos como siempre!

    Besos
    Daniela

    pd: Emibap, no nos difames! La colomabiana hizo un almuerzo y un desyauno con nosotros, no se bien q conté el otro día, poruqe mi memoria de corto plazo se está haciendo leche materna. Como ella es vegetariana pidió un plato especial , creo q nosotros habíamos pedido una pizza con algún tipo de embutido. Y en el desayuno tb mientras compartíamos devirsas cosas típicas americanas. Después nos dio unos tips de un curso q ella dicta "como vajar por el mundo y vivir con dos pesos..."nos divertimos mucho ella. Besos totales

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    1. con ella...

      otra pd: muy buenas las fotos!

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  3. Para ser más exactos la Catedral de Berlín es un templo de la iglesia Evangélica-Luterana; no es tan incorrecto el término protestante pero ajustamos algunos puntos.
    Fascinante el Museo de Pergamo, no es cierto ???
    Un beso y como es a diario impecable la bitácora.

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  4. Lindo lindo Melli.
    Te banco Dany, seguí explotando estudiantes

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  5. no se como luego de varios dias intemte abrir el diario y pude con este. Impecabe lastima me perdi anteriores y posteriores. Yo estoy pasandolo barbaro. El sabado nadare con orcas y delfines, si no les cuento es que no sobrevivi. Sigan disfrutando, les mando un beso enormrme. maaaaaaaaaaaaaa

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