Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

julio 06, 2011

Primera impresi'on

05/03/11:

Me desperte tempranito, ya sin rastros de la conmoci'on del d'ia de ayer, mas bien con una sensaci'on de "quien me quita lo chocado". L'astima que tampoco llegamos al juego de los Lakers, pero igual las entradas estaban agotadas, as'i que no hab'ia caso de todos modos.

Una cosa que me olvid’e de mencionar fu'e que en el interrogatorio, el polic’ia me pregunt’o cual era mi raza, a lo cual yo contest’e, recordando las series de televisi’on y pel’iculas, que era cauc’asico. El tipo se me qued’o mirando fijo y me dijo: usted no es cauc’asico, debe ser “hispanic”, y cuando le dije que “hispanic” no era una raza, su cara de pocos amigos se acrecent’o, por lo cual decid’i que era al dope meterme en m’as quilombo por semejante boludez.

Bueno, despu’es de desayunar y hacer todos los preparativos para la partida, los cuales tomaron m’as de lo calculado, partimos a eso de las 11 con el auto de nico, pero con la conducci;on del chocacoches n’umero uno de la familia, a causa de que el propietario del veh’iculo se encontraba a’un seriamente afectado por el virus que se hab’ia agarrado unos d’ias atr’as (pobre Nico, estaba hecho mierda pero me acompa’no igual). La ruta a las vegas era la interestatal 15 (que yo hab’ia utilizado para regresar de San Diego), a la cual arribamos luego de algunas millas de combinaciones de autopistas, donde padecimos importantes demoras a causa de embotellamientos producidos por algunos accidentes de tr’ansito. La mencionada carretera se adentra en la regi’on montan’osa con direcci’on noreste, trepando y atravesando altas formaciones rocosas y de tierras con vegetaci’on cada vez m’as escasa, conformada casi ‘integramente por temperamentales arbustillos. A medida que íbamos ganando altitud, y nuestros o’idos se iban tapando, las zonas verdes se iban haciendo cada vez m’as escasas, hasta que, luego de sobreapasar completamente la zona montan’osa, se abri’o lugar para la aparici’on de paisajes completamente des’erticos, con grandes extensiones de arena y hasta dunas, generalmente circundadas por lejanas mantan’as. Nos colgamos charlando lo suficiente como para no notar que se hab’ia prendido la luz d la reserva de nafta mientras recorr’iamos los desiertos, as’i que tuvimos que bajar la velocidad y recorrer con bastante cagazo las millas que nos separaron de la salvadora ciudad de Barstow, en la cual pudimos llenar el tanque y comprar un pr’actico almuerzo para el camino, el cual consist’ia de unos batidos de frutas y prote’inas bien yanquis. (nota: Sara nos hab’ia preparado unos suculentos burritos con panceta y huevo, pero fieles a nuestra costumbre, los olvidamos en la casa…)

Ya m’as tranquilos y satisfechos, volvimos a la ruta y manejamos las el trayecto restante, deteni’endonos ‘unicamente en una ciudad muy chiquita que se encontraba, como todo ah’i, en el medio de la nada, pero que a’un as’i ya ten’ia sus 4 o 5 casinos de mala muerte, de los cuales tuvimos la oportunidad de conocer el Buffalo Bill, que ten’ia una montan’a rusa alrededor. Dificil de explicar es la decadente impresi’on que daba ese espect’aculo, un aire cargad’isimo de humo de cigarrillo, maquinitas por doquier, y camareras y gatos ya muy entrados en an’os mezcl’andose con infinidad de turistas, que quien sabe por qu’e no eran capaces de manejar 30 millas extras para llegar a Las Vegas, que seguramente tendr’ia mucho m’as glamour… Solo fuimos al ba’no del casino, y luego continuamos viaje hacia nuestro destino final, la verdadera capital del juego.

Tras recorrer unas pocas millas por la des’ertica ruta (que tiene como m’inimo 3 carriles para cada lado), ya pudimos observar el contorno de los monumentales hoteles/casino, y pude comprobar que la amplitud de la ciudad era much’isimo mayor de lo que yo cre’ia, abarcando varias decenas de millas con sus ‘areas residenciales. Bajamos de la autopista por una avenida lateral ya cargad’isima de hoteles, y a las pocas cuadras pudimos meternos en el strip, la avenida principal de la ciudad, donde se ubican, uno al lado del otro, los hoteles m’as monstruosos y glamorosos que vi en mi vida, separados por muy pocos metros de otros tambi’en monstruosos, pero ya no glamorosos, si no definitivamente grasientos y capuchoideos. M’as adelante pudimos recorrer varios de ellos a pie, de modo que no perder’e tiempo ahora describi’endolos, pero si quiero aclarar que tampoco me esperaba semejante magnitud, ni en los hoteles ni en el strip, que contin’ua por varias millas desplegando casinos a diestra y siniestra.

Mientras recorr’iamos con el auto esa transitada arteria, tambi’en pudimos notar el cambalache de espect’aculos que ofrece la ciudad, cuya variedad abarca desdeel cirque du soleil y Celine Dion, pasando por Jerry Seinfeld y Blue man group, hasta espect’aculos de revista estilo mar del plata o villa carlos paz, coron’andose el postre con la frutilla de un show de vampiresas rockeras en topless, llamado “bite” (mordida o mordizco), que incre’iblemente era el m’as promocionado. Para este momento notamos que hab’iamos hecho todos los m’eritos como para merecer ser coronados como reyes de la improvisaci’on, porque recordamos que no ten’iamos reservas de hotel, y los primeros 3 o 4 que visitamos nos rebotaron por estar completos ( y eso que estábamos yendo a los alejados del centro). En uno, tambi’en de mala muerte, nos ofrecieron una habitaci’on a 160 verdes la noche, por lo cual decidimos, luego de casi 2 horas de dar vueltas sin ‘éxito, que era momento de utilizar la tecnolog’ia en nuestro favor. Nos fuimos a un Starbucks (‘unico lugar con internet gratis), y junto con los caf’es y cookies (que necesit’abamos porque ya eran m’as de las 6), y all’i pudimos reservar una habitaci’on en el hotel-Casino Sahara, un hist’orico de la ciudad (pero bastante venido a menos), ubicado en uno de los extremos del strip.

Nos fuimos para el hotel, y una vez realizado el check in y revisada la confortable habitaci’on ubicada en el piso 24, la cual presentaba una buena vista de la ya nocturna ciudad, salimos a pie a visitar el cercano hotel Stratosphere, el cual posee una torre de unos 300 o 400 metros de altura, a la cual se puede ascender mediante la m’odica suma de 16 d’olares. Una vez en la cima, luego de varios minutos de cola y un rapid’isimo trayecto en el, seg’un dijeron ah’i, el elevador m’as r’apido del mundo (era verdaderamente veloz, es cierto), pudimos tener una impresionante panor’amica de la ciudad, pudiendo abarcar su extensi’on por completo ya que f’acilmente pod’ia diferenciarse donde se terminaban las luces y comenzaba el oscuro desierto. Tambi’en pudimos comprobar el vertiginoso crecimiento que debe haber tenido la ciudad, ya que su aeropuerto se encuentra casi en el centro de la misma, a unas 10 o 20 cuadras de los hoteles, completamente rodeado de ‘areas residenciales u hoteles secundarios. Por ‘ultimo, pude descubrir que soy mucho m’as cag’on de lo que cre’ia, ya que la cercan’ia a los bordes de la torre me aterraba terriblemente, y ni hablar de los juegos que all’i se pod’ian realizar, los cuales inclu’ian un elevador al aire libre en la antena de la torre, un carrusel y tobogán colgantes sobre el vac’io, y la posibilidad de tirarse en bunshee jumping (o como se escriba).

Descendimos, y luego de cenar una pizza en un tugurio de mala muerte, al cual nos convenci’o de entrar un tarjetero negro que le puso unos huevos impresionantes al asunto (el mejor vendedor que vi en mi vida), regresamos al hotel para agarrar el auto y acercarnos un poco m’as a los hoteles c’entricos, que no estaban tan lejos, pero la verdad estábamos algo cansados. En el trayecto tambi’en pudimos conocer las fomosas capillitas de casamientos truchos, las cuales si est’an en las afueras de la ciudad, y son mucho m’as chicas de lo que pensaba. Ah, me olvid’e de mencionar que entre los diversos shows que se ofrec’ian en nuestro hotel, se destacaba (por la cantidad de afiches pegados por doquier) el de una especie de mago balinazo (o pu’nal, como le dicen los mexicanos) domador de tigres, cuya imagen nos miraba fijamente cada vez que sub’iamos o baj’abamos del ascensor…
Mejor sigo. Manejamos por un cargad’isimo strip, teniendo la oportunidad de apreciar los finales de varios de los shows que los hoteles m’as importantes ofrecen en sus portadas, los cuales son gratuitos, como por ejemplo un volc’an gigante en erupci’on en el hotel Mirage, un inmenso barco pirata flotando en el hotel Treasure Island, y las aguas danzantes del Hotel Bellagio. Decidimos estacionar justamente en dicho hotel, el mismo de la pel’icula Ocean’s eleven (la gran estafa), con George Clooney y varios giles m’as, para realizar el recorrido a pie por la zona. Este hotel es, junto con el Caesar’s Palace, la crema del lugar, destilando lujo por donde se lo mire, con todos sus detalles cuidados a la perfecci’on, y hospedan generalmente a gente de much’isimos recursos, lo que pudimos comprobar viendo las mesas de ruleta en las cuales tipos con ropas fin’isimas y voluptuosas acompa’nantes hac’ian apuestas de cientos y miles de d’olares sin inmutarse cuando el o la croupier, tambi’en lujosamente ataviados, retiraban todas las fichas luego de una racha de mala suerte. Estos dos hoteles poseen adem’as una muy interesante carácter’istica que los diferencia de los m’as truchos, que tiene que ver con la excelente purificaci’on del aire, ya que casi no notamos olor a cigarrillo, como si se siente en los dem’as.

Recorrimos buena parte del Bellagio y el Caesar’s Palace (ambientado obviamente con motivos de la antigua Roma), cuyas incontables salas de juego diferentes deben ser tan extensas y dif’iciles de recorrer como el museo del Louvre (en serio, no tienen fin, y son como laberintos), y seguimos camino adelante por un shopping que ostentaba ya marcas italianas completamente desconocidas para nuestro com’un conocimiento, el cual ten’ia un techo abovedado pintado con nubes y color celeste, que si uno se distra’ia pensaba que estaba al aire libre. A continuaci’on, ya casi extenuados por la larga caminata y la excesiva contaminaci’on visual y auditiva con tanto lujo, comenzamos a ingresar a Casinos tambi’en bastante buenos, como el Mirage y Treasure Island, pero que al lado de los anteriores ya tiraban un poco a truchos, y cuya ambientaci’on no pegaba tanto visualmente, casi pasando a ser todos iguales, con sus infinitas maquinitas y mesas. Lo que tambi’en era distinto en estos hoteles era la indumentaria de las croupiers, estando casi en pelotas en algunas zonas del mirage. Ah, me olvid’e de mencionar que debe haber alguna convenci’on o algo as’i para la indumentaria de las mujeres en Las Vegas, y no solo para las mozas, acompa’nantes, etc, si no tambi’en para las turistas, ya que la gran mayor’ia andaban con unas minifaldas y escotes tan recortados que merec’ian la descripci’on de Zambayony de “una radiograf’ia no mostrar’ia m’as…” Decidimos emprender la retirada caminando por la mano de enfrente del strip, pasando por el Venetian (ambientado en Venecia) y el Paris Paris, que tiene una r’eplica bastante grande de la torre Eiffel, y tambi’en pudimos ver all’i varios casinos decididamente truchos, sin hoteles de respaldo, cuya principal atracci’on para los clientes eran unas bailarinas en pa’nos menores que realizaban su espect’aculo en pequen’as islitas entre las mesas de juego. Todo la experiencia se completaba con la dificultad agregada de ir esquivando tarjeteros mejicanos con remeras que dec’ian: chicas a tu hotel en solo 20 minutos que ofrec’ian a quien les pasaba cerca unas tarjetitas que adem’as de la chica en cuesti’on, inclu’ia su nombre y las tarjetas de cr’edito que aceptaban.

Ya completamente agotados, y yo con la rodilla a la miseria, decidimos subirnos al auto y regresar al hotel para tener un merecido descanso.

Hasta la pr’oxima.













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