23-09-11.
Arranqué el día por primera vez a tono con el resto del
contingente, a las 6 am (era verso todo eso del jet lag), y dediqué algunos
minutos a responder las inquietudes de mis lectores, cuyas demandas incrementan
día tras día (pucha, la fama y el éxito conllevan mucho sacrificio… es duro
tener contentos a los fans…). A propósito, si quieren tienen la posibilidad de realizar
los comentarios en el mismo blog, así todos se enriquecen con las opiniones
colectivas, y de paso queda como si fuese una página muy visitada… Ah, ya que
estamos, aprovecho para escrachar a los insolentes que, como siempre, me
hicieron comentarios por las faltas ortográficas… creí que había quedado bien
claro (por algo lo expongo en el encabezado del blog) el tema de que lo hago
por ustedes, para ver si están atentos, y para que no se crean que soy
perfecto, porque eso me restaría humanidad, haciendo imposible un acercamiento
mutuo… Eric para todos ustedes.
Ah, una cosa que no se relaciona con nada, pero no quiero
olvidar de mencionar, tiene que ver con un comentario que nos había hecho el
tipo de aerolíneas (el que nos recomendó el restaurant) referido a que con el
jet lag uno no sabía cuándo comer, ni qué comer, etc, y que te ponían la comida
adelante y no sabías qué hacer………. La mentira más vil que tuvimos oportunidad
de escuchar, acá morfamos a cualquier hora, en cualquier lugar, dulce, salado,
picante o loquevenga…
Otro dato loco, los cigarrillos cuestan 15 kiwis, el
equivalente a unos 55 mangos aprox, y encima los tienen bajo llave, así que hay
que ser muy vicioso para fumar acá…
Bue, ahora si empiezo con el relato. Nos despertamos sin esfuerzo,
ya con la luz del sol ingresando libremente por las ventanas, lo que no nos dio
oportunidad de seguir dándole uso a los fantásticos veladores que tiene este
hotel, los cuales se prenden cuando uno los toca en cualquier parte de su
superficie, sin necesidad de un interruptor. Es más, el primer toque es luz
tenue, el segundo media, el tercero fuerte, y al cuarto se apaga, una
maravilla. Tan obsesionados quedamos con los veladores, que tuvimos que
preguntarle al del lobby del hotel, un sudafricano muy parecido a Benny Hill,
que nos indicara dónde podíamos conseguirlos, tarea que cumplió con creces,
además de recomendarnos infinidad de actividades para nuestros próximos
destinos. Abandonamos el motel para realizar entonces una parada en una especie
de local tipo Easy llamado Mitre10 (hasta donde llegó don Bartolo), en el cual
conseguimos las ansiadas lámparas, no sin antes toparnos con el eslabón
perdido, tal era el coeficiente intelectual del empleado que nos atendió…
pobre, tuvimos que jugarle una mala pasada para conseguir nuestro objetivo,
pero esa argentineada no será revelada en el presente diario, todavía me queda
algo de pudor… El hecho que en definitiva quería dejar claro es el estado de
demencia en el que estamos, que nos lleva a comprar un par de veladores con 10
bombitas (porque las que lleva son muy raras, y no sabemos si existen en
Argentina), estando a medio planeta de distancia de nuestras casas…
Dejamos el local y nos adentramos en las angostas y
curvilíneas carreteras que nos llevarían a nuestro capitalino destino de
Wellington, a unos 450 km de distancia. Como punto sobresaliente tenemos que
mencionar que se dio el debut al volante de Roberto “lead foot” Miranda, un
tapado que demostró una capacidad de adaptación impresionante, moviéndose como
pez en el agua entre las empinadas y ondulantes rutas kiwis, llegando a
realizar complicadísimas maniobras al mejor estilo Jamiroquai en el video de
Cosmic Girl. El tema (siempre hay un tema, y no me refiero al de Jamiro) fue
que lamentablemente la confianza le jugó en contra, y, como diría Bowie:
“sordid details following…” A unos 50 kilómetros de nuestro punto de partida,
encontrándose Piedeplomo a punto de sobrepasar a un vehículo, cruzamos un
patrullero que venía por la mano contraria, que en tiempo record realizó un
giro en u, posicionándose a nuestra retaguardia e invitándonos a detenernos. A
continuación, un musculoso y tatuado policía se nos acercó e indicó que nuestro
auto se movía a 132 km por hora, siendo el límite de 100, por lo cual merecíamos
un multa, regresando luego al patrullero para prepararnos el ticket. En ese
momento vimos que un auto se detenía algunos metros delante de nuestra
posición, del cual se bajó una señora que pasó sonriéndonos mientras se
acercaba al patrullero, para luego regresar a su vehículo y retirarse. A los
pocos instantes teníamos de nuevo al yuta frente a nosotros, para explicarnos
que deberíamos abonar 300 kiwis por la falta, y de paso sugerirnos que el Rober
fuera reemplazado en su labor de conductor, siendo desterrado al asiento
posterior. El motivo de dicha sugerencia nos fue revelado con claridad por el
mismo policía, quien con preocupación nos confió que la amable mujer que se
había detenido delante nuestro había tenido como objetivo informarle a los
oficiales que nuestro vehículo la había sobrepasado en una zona de curvas con
doble línea amarilla (la gran Jamiroquai, que había sido realizada hacía 30 km
al menos…) Dé semejante manera entonces nace y muere la leyenda del intrépido
Piedeplomo en tierras maoríes, comiéndose un sin bin a pocos minutos de haber
tocado el volante por vez primera… Ahora, lo buche de la vieja no tiene nombre, jajajaja, pero
tal vez es gracias a estos autocontroles que su sociedad llegó a semejante grado de
perfección, que tan abrumador nos parece.
Ya con el colo al volante, seguimos recorriendo sinuosos
kilómetros de pintorescos paisajes, que como siempre estaban repletos de accidentes
geográficos tan numerosos con distintos,
realizando solamente una pausa para
almorzar en un puestito de comida china rara, donde nos enchascamos intentando
pedir un fish ´n chips, que al final terminó siendo sólo chips, por lo que
tuvimos que complementarlo con unas porciones de pollo frito y otras fritangas
chinas de nombres y sabores que escaparon a nuestro entendimiento. Regresando a
la ruta luego de la pausa, continuó la travesía por esas tierras íntegramente
tapizadas con fosforescentes alfombras verdes, sobre cuya superficie pastaban
las casi omnipresentes ovejas, o las ya rurales vacas holando pero no por eso
menos abundantes (iba a poner holando-argentinas, casi me traiciona la
costumbre) (serán holando-nz ésta variedad?). Ciertamente es una rareza ver
tanto campo y prácticamente ningún cultivo, pero estimo que las imperfecciones
del terreno deben hacer imposible cualquier tipo de siembra o cosecha
intensiva. De todos modos, luego de atravesar (bah, pasarle al lado) una cadena
montañosa bastante alta, con abundante nieve en la cima, llegamos a una zona de
mesetas dónde pudimos ver algunos equipos de riego en los campos aledaños, pero
lo que había en el piso era siempre pasto, con sus vaquitas y ovejas pastando.
Sin mentir, en todo el trayecto vimos un solo silo, rodeado por un único lote
sobre el que se había cosechado maíz un tiempo no muy largo atrás, estimamos
que su destino sería la nutrición del ganado.
Bue, iban ya 5 horitas de manejo y habíamos recorrido
únicamente 300 km, tal es la complejidad de las curvas y contracurvas, sumada
al sogaca que nos quedó de comernos otra multilla o ser buchoneados por viejas
serviciales a la causa, y la verdad es que a pesar de que el paisaje era
hermoso, estábamos hasta “acá” con esas montañas ya abiertamente de mierda para
nosotros, que queríamos llegar a toda costa, pero, ya conmigo al volante,
tuvimos que resignarnos a tardar casi 2 horas y media más para recorrer los 150
km que restaban, fumándonos todos los pueblitos que la ruta 1, principal
arteria de la isla norte, decidió atravesar sin ninguna intención de aliviar
nuestro sufrimiento. Ese nos pareció un dato muy extraño, pero teniendo en
cuenta la escasa densidad de población, y lo difícil del terreno, es lógico que
no puedan tener autopistas en toda la extensión de su territorio (nos habíamos
mal acostumbrado con el impresionante sistema que tenían en Auckland). Al menos
los últimos 10 km antes de llegar sí los transitamos descendiendo por una veloz
motorway que nos depositó en el centro de la ciudad de Wellington, capital de
país, en la otra punta de la isla.
Recorrimos un poco la zona, ya expertos en el arte de la
interpretación de mapas, con el objetivo de retirar las entradas a los partidos
que nos faltaban (las otras las habíamos buscado en Tauranga), tarea que
realizamos en una oficina que se encontraba justamente al lado del hotel que
hospeda a los Pumas. Luego seguimos camino de nuestro hotel, el más lujoso de
los que habitamos hasta ahora, con la particularidad de estar ubicado sobre una
colina, lo cual, sumado a que nuestra habitación se encuentra en el piso 9 (en
una ciudad donde creo que el edificio más alto tendrá 10) se traduce en una
panorámica visión de la capital. Obviamente siempre hay un lado negativo, el
cual será revelado a la brevedad.
Dejamos los bártulos, nos refrescamos un poco, y encaramos
para la fan zone de la ciudad, donde degustamos unos deliciosos pinchos de
camarones a la plancha, y demás delicias culinarias (dentro de las cuales hubo
panchos, carnipanes y hasta un plato de nombre raro con el cual me clavé porque
parecía una tortilla de acelga). A diferencia de las otras ciudades, donde el
clima está presente pero de manera mucho más incipiente, acá si podemos decir
que se vive el mundial con todo, cruzándonos con grupos de las más diversas nacionalidades,
bardeándose abierta pero jocosamente, siempre con ánimo festivo.
Particularmente a mí, que me encanta el boqueo, me maravilla esto de ver pasar
a un escocés y poder hacerle una señal de pulgar para abajo o de degüello, sin
tener que pensar en las consecuencias que esa acción tendría en un evento
futbolístico en la argentina. Lástima que la limitación que nos impone el
lenguaje cercena nuestras capacidades de boquear, así que no pudimos pasar de
más que un “you are going down in quarter finals” a los kiwis, que obviamente
se nos cagan de risa en la cara. Desde el pobladísimo fan zone salía una
caravana murgueante (ajjjj, como odio las murgas, ni siquiera en un mundial me
las banco) que nos acompañó durante las 30 cuadras que nos separaban del
estadio en donde jugaría Australia contra EEUU, trayecto en el cual nos
cansamos de escuchar los cánticos “aussie aussie aussie, oi oi oi” y “USA go
away” de los australianos, retrucados por los yanquis, que eran muy creativos a
la hora de disfrazarse (vimos capitanes américa, mujeres maravilla, Obamas),
pero a la hora de cantar solo tiraban el “USA, USA” en cuyas pausas los
australianos interponían un veloz “sucks”, ganando el duelo por afano.
Bue, se está haciendo demasiado largo esto, así que voy a ir
concluyendo haciendo unos breves comentarios de rigor sobre el estadio, un
modernísimo cilindro (no tan lindo como la cancha de Racing), desde el cual
estimamos el partido se debe poder ver igual desde cualquier ubicación, y sobre
el partido, que inicialmente nos apasionó al inicio, pero dado el pijossi que
se terminaron comiendo los yanquis (que para hacer justicia hay que decir que
se la bancaron muy bien en el primer tiempo, hasta casi merecer ir ganando),
perdió bastante interés, siendo las principales atracciones las olas que daban
varias vueltas sin parar, y la evaluación de los espectadores, borrachos casi
en su mayoría, los cuales no le ponían ni la menor atención a lo que pasaba en
el campo de juego. Concluído el encuentro, regresamos al centro gracias a un servicio
gratuito de micros, cenamos en un subway, y sufrimos el ascenso hacia nuestro
querido pero alejado hogar wellingtoneano, el cual no pudo zafar de ser objeto
de algunas puteadas a causa de su lejanía del centro.
Eso es todo por hoy.
PD: El hotel tiene algún tipo de restricción con los
megas en la conexión, así que no sé si podré subir fotos. En cualquier caso,
pueden ser añadidas luego.
Actualización: subidas las fotos.
Actualización: subidas las fotos.
Yo ya había anticipado que Rober iba a dar que hablar... Devuélvanle el volante!!!!!
ResponderEliminarY yo que juraba que la primera multa era de JP... jajajaja
ResponderEliminarbesosssss
Nurs.-
que grande la vieja!!! será NZ pero igual un buche interesante
ResponderEliminarPara cuando la fluida pluma de alguno de los otros integrantes de tan apasionante viaje? Acaso la verba de Juan Pablo impida el desarrollo de la prosa de el Colo o Rober?
ResponderEliminarMe sumo al pedido: Rober al volante!!!
Tio Daniel
QUE fue lo UNICO que repeti MIL veces!?!?!?
ResponderEliminarNO exceder las velocidades en la ruta porque te agarran....y ahi lo tenes...yo no lo puedo creer..!! indignada estoy.!!
Mucho tip de viaje...todo al tacho...
Ce
(la hija del infractor)
Quiero que me vayas palpitando el match, por todas las fuckin redes sociales, twitter, face, blogspot, etc
ResponderEliminarjuampi, te quise poner un comentario en el blog y me lo rebota, abrazo hermano, fuerza mañana
ResponderEliminarmira que me levanto para verlo, hace alguna cagada para que te filmen
abrazo