Después de una prolongada ausencia
de mis reportes de viaje, que seguramente les permitió pasar por una variada
colección de estados emocionales causados por la abstinencia, comenzando por la
negación y siguiendo por la ira, para llegar a una apacible aceptación, luego
de un tiempo prudencial, que en realidad se alcanza gracias a la invaluable
ayuda de uno de los mecanismos defensivos más eficientes del cerebro humano, el
olvido, sin el cual no podrían haber podido continuar normalmente sus vidas
sabiendo que pasaría tanto tiempo hasta poder volver a leer los textos que
tantos momentos de felicidad literaria/viajera habían producido en sus vidas.
Bueno, en realidad
el texto precedente es mi forma de expresar que soy Yo el que extrañó mucho
esto de viajar y plasmar en letras lo que experimento, y también el saber que
hay compañía del otro lado.
Ahora si, a
empezar el relato.
El viernes 19 de
abril de 2013, aproximadamente a las 16:55 horas, comenzó para quien suscribe y
para Juliette una nueva aventura turística, encuadrada dentro de la etiqueta
"Europa del Norte 2013". El nombre se desprende obviamente de los
destinos programados, siendo los mismos Amsterdam, Munich, Viena, Budapest,
Praga, Berlín, Estocolmo y Oslo. Como viene siendo costumbre, gracias a los
milagros de la extensión de la tarjeta de crédito de mi querida madre
(adolescencia híper prolongada se podría llamar), pudimos amenizar gratamente
la horita previa a la salida del avión en el salón de Amex, disfrutando de una
variada colección de snacks, acompañados por facturas, yogurt, gaseosas, jugo,
chocolatada, y, para suavizar los posibles efectos de una probable turbulencia
durante el vuelo, una copita de gin (que la verdad no fue nada del otro mundo,
tendría que haberle entrado al whisky como siempre, pero sucumbí a esa imperiosa
necesidad que tengo de probar cosas nuevas, y cuanto más raras mejor, o peor en
muchos casos) (si, algunos podrán decir: qué tiene de raro el gin?, y tendrán
razón, el gin no es raro, pero para mí, que solo no la había probado nunca, lo
fué) (una vez terminado el gin inglés, me quedó la vena por no haber optado por
el escocés, pero preferí no mezclar...) (no vale hacer comentarios de las otras
cosas que comí, cuando se habla de mezclas es obvio que uno se refiere al
etanol...).
Una vez arriba del
avión de Lufthansa, pipones hasta la médula, apenas pudimos aguantar hasta
después del primer refrigerio en vuelo antes de rendirnos al sueño, etílico por
mi parte, y pastilleril por la de Juliette. Del mismo fuimos despertados
algunas horitas después, con la cena, bastante aceptable por cierto, y además
presentando algunas características muy llamativas, al menos para mí, como la
presencia de cubiertos de metal, y siendo presentada en unos contenedores
plásticos muy copados (que encendieron la llama del ladrón de vajilla de avión
que todos llevamos dentro. Igual, se apagó rápido, por suerte...). Después de
la cena, habiéndose postergado el horario de sueño nocturno a causa de la
reciente siesta, fue hora de sacar provecho de las pantallas interactivas, disfrutando
primero de un capítulo de The Big Bang Theory, para pasar luego a cosas más
pesadas... y mierda si fueron pesadas... Me comí las casi 3 bodriásicas horas
de El Hobbit sin poder dormirme, por lo cual decidí apostar por la infalible
Les Miserables, la cual estuvo a punto de traicionarme, demorando su acción por
un largo rato, pero cumpliendo finalmente con su opiácea función a eso de las 2
horas. Pocas veces me he aburrido tanto mirando películas...
Las pocas horas de
sueño fueron truncadas por el aviso del desayuno, luego del cual, tras no largo
rato, aterrizamos en el aeropuerto de Frankfurt. Pasado el sector migraciones
(interrogaron bastante los putos), apenas tuvimos tiempo para chusmear los
precios del free/expensive shop, antes de abordar un segundo avión de la germana
compañía, mucho más pequeño que su antecesor, el cual nos llevaría a nuestro
Holandés destino. Durante la corta travesía (poco más de 1 hora), pudimos
disfrutar de un interesante almuercito, consistente en una especie de ensalada
de papas, cebolla salteada y mayonesa, junto con dos trozos de salmón crudo
(tipo sushi), y algunas tostadas. Siguiendo mi costumbre de rarísmos, lo
acompañé con un fresquísimo jugo de tomate exprimido, sazonado con sal y
pimienta. No voy a mentir diciendo que estaba riquísimo, pero ciertamente fue
muy interesante. (no vale compararlo con la valoración de las minas medio
raras/fieras pero no feas, ocasionalmente etiquetadas como interesantes)
(estimo que las minas harán lo mismo con los hombres, pero la verdad no me
quita mucho el sueño). Terminada la parte gastronómica aeronáutica, lo único
que me queda por resaltar del vuelo fue la posibilidad de observar desde el
aire como todos los campos sembrados están parcelados y rodeados por canales de
irrigación, variando su amplitud según la superficie a irrigar, estimo. Creo
que a eso se le llama Polder, pero no estoy seguro.
Una vez en tierra,
el objetivo fue conseguir boletos de tren para llegar a la estación central de
trenes de Amsterdam. La tarea no demostró ser para nada sencilla, ya que fuimos
superados incontables veces por una máquina trola que no explicaba bien como
mierda había que meter la tarjeta de crédito, pero, gracias a Yavé (que sabe y
mucho de transacciones), salimos airosos del asunto. La cagada fue que justo
ese día los trenes no salían desde Schiphol (así se llama el aeropuerto) hasta
la central, por temas de mantenimiento u otra fruta símil, por lo cual
estuvimos dando vueltas varios minutos hasta encontrar una oficina de
información, en la cual nos indicaron que había que cubrir la primera parte del
viaje en unos micros "blancos", que salían desde "afuera"
(la explicación me hizo acordar a Leopold explicándole mediante gestos a la tía
Poupee que la zapatería quedaba "alláaaaaaa" en lugar de informar con
la indispensable precisión de datos y coordenadas que permitan llegar sin
problemas a destino). Como era de esperar, afuera había infinidad de micros
blancos, cada uno con un destino distinto, y con choferes bastante impacientes,
por lo cual "simple" no sería el adjetivo que mejor resumiría nuestro
encuentro con el correcto. El viaje en el micro transbordador nos permitió
observar por primera vez las omnipresentes bicisendas, aún en el conurbano
amsterdamense. Al llegar a la primera parada de tren, en la cual lo
abordaríamos, tuvimos la chance de ver un enorme estacionamiento de bicis, con,
sé que saben que soy exagerado, pero creanme, cientos de bicis apiladas una al
lado de la otra (espero la foto que saqué a la pasada no me deje mal
parado...). Bueno, sólo quedaba tomar el tren y bajar en la ciudad, y así lo
hicimos.
La estación
central de Amsterdam realmente no es gran cosa (Retiro y Constitución son más
imponentes), más bien parece bastante pedorreta, pero por lo menos estaba
bastante prolija (en eso nos pasan el trapo, aunque tampoco para tanto, son
bastante sucios estos faloperos), así que no nos quejamos y salimos para buscar
un centro de información turística, donde nos proveímos de un rudimentario
mapa, y emprendimos la caminata hacia el hotel, que supuestamente distaba unos
400 metros. Como tenía que ser, ni las indicaciones impresas de google maps, ni
el planito poronguero (como siempre, en lugar de un mapa en serio, con todas
las calles, etc, termino con uno tipo el de las krustyburguers en el capítulo
en que se pierden en la balsa con Flanders) recientemente adquirido pudieron
salvarnos de sufrir una nueva afrenta de esta laberíntica ciudad,
encontrándonos perdidos después de caminar unas 9 irregulares y acanaladas
calles, por lo cual decidimos regresar nuevamente al punto de partida, y allí,
gracias a la ayuda de la tecnología, que finalmente se dignó a funcionar,
pudimos encontrar la senda que nos llevaría a nuestra morada por los siguientes
2 días, en esta extraña y permisiva ciudad, levantada (si se puede usar esa
palabra) un puñado de metros por debajo del nivel del mar.
Ya se habían hecho
las 5 de la tarde, por lo cual desensillamos rápidamente, después de escalar
(porque semejante grado de inclinación en una escalera ya no puede ser
descripto simplemente como "subir") los peldaños que separaban
nuestra humilde habitación del hall del hotel, y salimos para pegar una primera
recorrida al centro de la ciudad, y, si teníamos suerte, hacer alguna
actividad. Lo primero que nos llamó la atención, además de las ya mencionadas
bicisendas, fueron justamente las bicicletas, las cuales pueden verse por
doquier, tanto andando como atadas a cualquier elemento fijo que brinde la
estructura urbana (escaleras, barandas de puentes, carteles, y, finalmente,
estacionamientos de bicis). Una cosa muy llamativa, al menos para mí, fue el
tipo de bici predominante. Yo creía que, siendo un pueblo de tradición
ciclista, habría un parque bicimotor de lo más moderno, con cuadros de carbono
o aluminio, cambios hasta en el orto, amortiguadores, etc, pero nada más lejos
de la realidad. Las bicis son unos vejestorios de paseo, despintadas, oxidadas,
y bastante destartaladas. Eso sí, lo que no les falta es la bocina,
imprescindible para avivar a los peatones que osan entrometerse en su
territorio, que en realidad es toda la ciudad, porque se mandan por cualquier
lado, y ni amagan a frenar.
Lo segundo que nos
llamó inmediatamente la atención fueron las prostitutas en exposición, casi a
la salida de nuestro hotel (que se encuentra en el barrio rojo), no por el tema
de su exposición en sí (particularmente estoy a favor de la legalización), sino
por otros motivos, siendo uno que la primer casa de putas que vimos se
encuentra literalmente en frente de una de las iglesias más importantes (la
Oude Kerke), y el otro que realmente las minas, paradas en bombacha y corpiño
detrás de una vidriera, eran decididamente horribles, daba lástima verlas, más
teniendo en cuenta el tremendo frío que hacía. Por suerte para ellas, el exceso
de tejido adiposo que presentaban seguramente las protegía de las duras
temperaturas...
Recorriendo la
ciudad pudimos notar que la arquitectura en general, si bien no se puede
describir como deslumbrante, termina siendo bastante encantadora al observarse
el conjunto de los canales y los puentes, las calles adoquinadas, y las
construcciones en ladrillo de baja estatura. Después le entraré más a este tema.
Pasamos por
algunos puntos de interés importantes (supuéstamente), como la plaza Dam, en la
cual observamos como los holandeses salen a las terrazas de los bares a tomar
como lagartos el poco sol que les ofrece esta temporada, siguiendo hasta la
iglesia de Oeste, para poder ingresar a la única atracción a la cual podríamos
ingresar a esa hora de la tarde/noche, la casa de Anna Frank. No voy a decir
mucho al respecto, es un paseo interesante, pero creo que no justifica una cola
de 45 minutos cagándonos de frío, y tampoco los 9 euros de la entrada... Al
salir descubrimos con alegría que hay luz solar hasta casi las 21 hs, lo que
nos ayudará a completar los recorridos en la apretada agenda que nos queda.
Decidimos cenar en un Mc Donalds cercano, ya que nos faltaba un rato de
caminata, y no sabíamos si los restaurantes seguirían abiertos más tarde. Allí
tuvimos la chance de presenciar un hecho bastante raro. Además de gente
comiendo, había también un grupo de unos 4 pibes torrando en el piso de arriba.
Al rato de nuestra llegada, un empleado (tipo del negrito de arma mortal 4)
subió a intentar rajarlos, pero sus maneras suaves no conmovieron a los
rebeldes, que apenas atinaron a abrir un ojo, mirar al pobre tipo, y seguir
durmiendo. Vencido, el negrito se fue para abajo, y al rato vino otro negro,
esta vez más voluminoso, pero con tratos de una suavidad similar a los del
anterior. Éste logro convencer a uno de los durmientes de bajar, pero los demás
ni se mosquearon. Recién con la llegada del manager se despertaron todos, pero
no se movieron de sus sillas, por lo cual grone 2 y su jefe también se
retiraron cabizbajos. Lamentablemente, justo cuando creíamos que vendría alguna
escena un poco más picante, los 3 restantes se levantaron por su cuenta, y
abandonaron el lugar. Decepcionados, a los pocos minutos decidimos hacer lo
propio.
Para finalizar la
noche, decidimos continuar nuestro paseo por las calles céntricas, admirando la
ciudad, y sorprendiéndonos de lo ratas que son los holandeses, que recién se
dignaron en prender los faroles a las 22... Pasamos por un monumento a
Rembrandt bastante copado, por la Ópera, y algunas iglesias, hasta que nos
dimos cuenta de que nos habíamos perdido nuevamente, otra vez a causa de las
falencias de nuestro mapa. Por suerte, luego de vagar sin rumbo por algunas
cuadras, encontramos un centro de indicaciones en la calle, desde donde
desculamos el camino a seguir para llegar a nuestro cálido barrio rojo, donde
nos esperaba, además de un merecido descanso, una corrección de observación, ya
que pasamos nuevamente por las vidrieras con las señoritas que se exhibían ante
manadas de turistas, y esta vez no eran para nada como las anteriores. También
nos desasnamos con el tema de los horarios de cierre. Había infinidad de
restaurantes y bares abiertos, presentando estos últimos otra de las
características por las que son tan famosos, el olor a porro y a otras
sustancias, desconocidas para mí, emanando invariablemente desde cada una de
sus puertas y ventanas.
Mañana será otro día.
Quiero una de esas latas verdes....debe ser un alimento para perros que viajan en autos alquilados....o algo así.....y además energizante....uuuhhhh.....y 100 % con que los holandeses son unos ratas....realmente quieren ser alemanes pero no les da....esos dicen los belgas, que son franceses frustrados.....y así sucesivamente.....abrazo y aguanten Chupala y Perón carajoooooo!!!!.....
ResponderEliminarAlberto
...", sin el cual no podrían podido continuar normalmente sus vidas". Agregale el 'haber'.
ResponderEliminarBuena acotación Emibap, pero fue la "única". Que te parece si redondeamos, cerramos las ideas en un círculo en vez de prolongarlas en una elipse abierta y por ambos polos.
ResponderEliminarLa tía "estricta", luego de la crítica les manda muchos apachurros y que lo pasen muy bien. Juliette un consejo ???? - No te achicopales.
Hola chicos que tal?.Gordi realmente muy bueno tu comentario sobre el viaje que han emprendido. Me parece todo fascinante hasta ahora. No te llevaste el librito que mamita te dió de la ciudad?. Muy lindas las fotos. Juli cuida tu talón, así podés continuar disfrutando el viaje. Juampi ponete guantes para guarecerte del frío. Les mando un beso enorme y disfruten.Muaaaaaaaaaaa
ResponderEliminarHecha la correción, gracias Emi y Elsy. Traje el libro madre. Alber, ya va a venir la fotos de los artículos para vos...
ResponderEliminarSolo dos comentarios:
ResponderEliminarPrimero: no sé porque te quejás del cuestionamiento en migraciones, cuando el negro viaja se le piden papeles y los arios pasamos directo, jaja.
Segundo: te avisé que Amsterdam era directamente una verga (incluso que la estación central era Constitución) y ustedes insistieron. La única diferencia es que en lugar de travas, hay putas que parecen travas, ja.
Saludos!
Ale A.
No se manejar estas formas de responder.Es el tercer intento escribiendo lo mismo. Llegamos hoy 23 de rojas porque fue el cumple de Elenita, dos años.- Ahora leyendo este tu primer reporte en voz alta para Bocha, haciendo comentarios y releyendo algún párrafo. Sabes cuanto lo disfrutamos, casi como vos tu viaje. Que lo pasen muy lindo. Besos. Bocha y Graciela.
ResponderEliminarEspectaculear Juampi estos viajes intercontinentales. Definitivamente son para la historia. Para no romper la costumbre te voy a romper las pelotas con un detalle de la pagina. Sera mucho problema adaptar la parte de las fotos para que salgan bien en las tablets? Si podes tambien mandale mas resolucion a las fotos. Por ultimo, por favor tene cuidado con las bicis y no atropelles a nadie.
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