Habiendo dormido 1 hora más de lo previsto, ya que nos resultó imposible escuchar el despertador de mi celu, (probablemente a causa de que lo tenía puesto en modo silencio), no quedó más remedio que apurar una corta ducha antes de disponernos a degustar el desayuno ofrecido por nuestro dosestrellezco e indio hotel. El mismo no presentó grandes sorpresas (relacionadas con el nombre del mismo, "Vijaya Hotel" y por los Apu que lo atienden), ni negativas, pero tampoco positivas. Le entramos a un jugo artificialoide, café con leche, diversos panes con manteca y/o nutella (el premio mayor se lo llevó un pan dulce con pasas, y demás etcs), rebanadas de queso y salchcichón (o lo que fuera), y, a falta de huevos revueltos, un par de huevos duros, presentados en ese cosito que solo sirve para poner los huevos duros, bah, los huevos en general, porque creo que también se pueden poner ahí los poché, y otras variedades (en realidad no le encuentro mucha utilidad a la mierda esa, pero obviamente la usé para caretear la foto).
Con un buen cargamento de energías regresamos a la habitación, practicando el siempre adrenalínico deporte de riesgo que nos ofrece el hotel cada vez que queremos escalar o descender las escaleras (el peor momento es sin dudas el descenso, ya que verdaderamente hay peligro de lesión invalidante... por suerte, la aplicación de la técnica pinguino/chaplinezca nos ha permitido zafar hasta ahora), donde nos alistamos para la partida hacia nuestro destino planificado del día, el parque de tulipanes de Keukenhof, nombrado el jardín de primavera más hermoso del mundo (al no conocer ningún otro jardín de primavera no puedo opinar sobre la veracidad de ese enunciado). El trayecto obviamente comenzó en nuestra querida zona roja, la cual continuaba en servicio a pesar de la temprana hora, aunque ciertamente se encontraba infinitesimalmente menos transitada. Mientras recorríamos los canales pudimos apreciar lo bella y apacible que resulta Amsterdam por las mañanas, ayudada obviamente por un clima amigable y un cielo completamente celeste, con sus edificaciones finitas y bajas (nunca más de 5 pisos), y sus habitantes dándole de comer a los cisnes (difiere un poco de nuestras vernáculas viejas dándole de comer a las palomas en calles mugrientas, no?) (igual, abajo el fubismo, esos comentarios los hago sólo para ilustrar situaciones, nunca para denigrar a nuestra amada ciudad...).
Recorrimos unas 20 cuadras hasta llegar al Liedseplein (o símil), donde tomamos un bondi que nos llevó al aeropuerto, y desde ahí, luego de un trasbordo, partimos en otro bondi hasta la zona rural en donde se encuentra el parque. En el trayecto rural pudimos ver nuevamente el tema de los canales entre los campos, y notar que los mismos nunca terminan de ser como los de Buenos Aires (me refiero a grandes extensiones aparentemente deshabitadas), presentando siempre algún grupo de casas o una industria en su zona de influencia. Finalmente, luego de aprox 1 hora total de viaje, llegamos a Keukenhof.
La primera impresión fue de asombro ante la cantidad de micros que había en el estacionamiento, lo que obviamente se tradujo en miles de turistas que pululaban a diestra y siniestra entre las plantaciones florales, no encontrando casi lugar para caminar líbremente, y eso que el parque se extiende por varias hectáreas (creo que 44). Más allá de eso, pudimos realizar un paseo muy interesante, pudiendo ver todas esas flores tan hermosas (perdonarán mi ignorancia botánica, para mí el reino vegetal se divide en árboles, arbustos, plantas y flores, pero no me pidan que me sepa el nombre de ninguna en particular) (con los pájaros me pasa lo mismo, sólo distingo entre palomas, gaviotas, y tal vez cuervos, el resto son pájaros a secas), desplegando una tormenta arremolinada de colores y fragancias (y eso que tengo muy mal olfato, así que deben tirar fuerte las guachas) de altísima intensidad, haciendo un juego de contrastes muy llamativo. En síntesis, muy recomendable el Temaikén Floral, pero, para los que planifiquen un viaje, tengan en cuenta que solo abre del 21 de Marzo al 21 de Mayo, creo. Ah, nos llamó la atención que, si bien ya estamos bastante entrados en la primavera, había muchas plantas sin florecer, y muchos árboles todavía sin hojas. Tal vez sea la ola polar que estuvo jodiendo hasta hace poco.
Olfativa y cromáticamente pipones, emprendimos la retirada, bajándonos del segundo micro en la parada de la isla de los museos, ya que teníamos la intención de ir al de Van Gogh, pero como los muy putos lo habían mudado bastante lejos, nos contentamos con mirar de arafue el Rijkmuseum (o símil) (creo que es el museo Real, el equivalente holandés del Louvre o el British Museum) antes de continuar hasta nuestro segundo destino ecoamigable del día, el Vondelpark, casi el único espacio verde existente dentro de la ciudad (junto con la explanada del Rijkmuseum, y tal vez el zoo). Una vez dentro del enorme parque nos dispusimos a cargar energías comiendo unas deliciosas galletas de cacao y avellanas, mientras podíamos presenciar como los amsterdamenses se dan una pausa de la opresión de los ladrillos, haciendo todas las actividades que más les gustan al aire libre: andar en bici, tomar birra y fumarse un caño. Hasta nos sorprendimos con un grupito de usurpadores descarados que tomaba mate impúdicamente delante nuestro (hay foto que demuestra que no tenían nada ni de argentinos ni de uruguayos... es más, el que cebaba se pasa de holandés, era albino el hp!). A pesar de que habíamos caminado por varias horas con los tulipanes, las galletitas surtieron efecto, dándonos fuerzas para recorrer por completo semejante monstruo verde, escapando de varias bicis asesinas a lo largo del camino. Otra cosa rara que vimos: los putos se llevan una especie de parrillas portátiles, y también nos usurpan el asado... Pero bué, a pesar de esas afrentas, también salimos muy contentos del Vondel, aunque, al menos Shió, bastante cansado.
Seguimos caminando, esta vez con el norte puesto en un supuesto mercado callejero, ubicado a no pocas cuadras, el cual lamentáblemente no se encontraba abierto, pero por suerte, luego de pasar por un súper, donde pudimos chusmear qué carajo son las cosas que compran estos tipos (siempre lo digo, entrar a los supermercados en otros países es una de las mejores experiencias del viaje), además de fotografiar unas pintorescas cajas de galletitas con la cara de Máxima (quién, a decir verdad, no está tan presente como hubiésemos esperado, máxime que la coronación es la semana que viene), pudimos llegar, después de transitar unos pocos metros, a nuestro tercer destino verde del día, el museo de la cervecería Heineken (Heineken Experience se llama). Ahora, acá hay que hacer una pausa, porque es importante destacar que hasta ahora ninguna atracción nos hizo rendir tanto el dinero invertido como ésta. El lugar está bien puesto, con un show bien armado, muchos datos interesantes, juegos interactivos, degustación de birra (según ellos la más vendida del mundo, hay que chequear, y también la más rica... eso es mentira, pero se les perdona el autobombo), souvenir, y, como frutilla del postre, un paseo en lancha hasta el centro de la ciudad, que además de aliviar nuestros pies, nos permitió enterarnos de datos muy interesantes, ya que venía con un guía de yapa. Entre los datos aprendidos podemos destacar el precio de las casas bote ancladas en los canales (unos 400.000 Euros), la cantidad de oro almacenado en el banco central holandés (mucho), el precio de una habitación grosa en el Amstel hotel (3000 Eu), y el significado del escudo de la ciudad, que presenta tres letras X, las cuales al parecer hacen alusión a las 3 catástrofes que la acecharon, inundación, fuego y peste, lo cual para mí no fueron más que patrañas, ya que estoy convencido que la triple X es por la prematura tendencia de estos jeropas al comercio sexual.
Ya en tierra nuevamente, y teniendo en cuenta que eran aprox las 20 hs, nos dirigimos al hotel, no sin antes probar (con éxito) si efectivamente se podía extraer billetes de los cajeros usando la tarjeta de crédito, y terminando de conocer el centro de la ciudad, pasando por lo más cercano al barrio de once que hasta el momento pudimos presenciar en estas bajas tierras. Llegados a los aposentos, nos dispusimos a bañarnos y descansar un rato antes de bajar nuevamente con intenciones de cenar y tomar algo en alguno de los pubs cercanos. Cumplido entonces el aseo, y luego de bajar a las rojizos adoquines (tanto por su color natural como por el reflejo de las luces cabarulescas, nos adentramos a un bar típico, en el cual sólo pudimos tomar cerveza, sin chances de picotear ni un maní, ya que los hp solo venden alcohol a causa de que no tienen cocina, y ni se dignan en tirarte ni un pochoclo... Hablando de la birra, después de estar muuuucho tiempo en el museo Heineken, donde te lavan la bocha con publicidad institucional sobre las bondades de su marca, obviamente nuestra elección a la hora de pedir fue simple: 2 Amstel por favor (siiiiii, chupala Heineken, en tu cara, y eso que te sacamos el viaje gratis!). Para finalizar, al bajarnos las birras, caminamos 3 metros hasta el local de al lado, un pequeño tugurio de fritangas, donde nos contentamos con unas costillas de quién sabe que bicho, fritas y con salsa BBQ, una hamburguesa y un choclo, para aportar algo de salubridad al asunto.
Hasta mañana.
Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...
te mando mail. todo hermosos al iigual que las fotos. besos
ResponderEliminarUn comentario solo? Que amargura. Que paso aca?
ResponderEliminarTe comento que a pesar que sabre tanto de cerveza como vos de flores aca la Heineken es una de las mas grosas.
Muy buenas las fotos en este reporte. Que locos los de Erasure tomandose un mate.
Si podes saca un par de fotos al frente del hotel y a los apus. Tengo en mi mente las descripciones vivas de los otros viajes que me gustaria complementarlas con unas visuales.