Esta página nace para complacer los deseos de mis incontables y susceptibles seguidores, quienes no podrían vivir sin sus indispensables relatos, apoyados en décadas de estudio y maestría en diversas disciplinas (bah, todas en realidad). Ellos saben que nadie como yo puede contarles, y explicarles (en un léxico a la altura de su comprensión, para lo cual tengo que rebajarme bastante) (y hasta cometo adrede algunos errores de ortografía, para que no se vean tan inferiores), cómo son las cosas en las lejanas comarcas que tengo en suerte visitar. De mas está aclarar que confían ciegamente en todo lo que les transmito, y obviamente nunca se les ocurre intentar verificarlo por la whiskypedia, opiniones de terceros, y mucho menos apelando a su decadente experiencia personal...

octubre 01, 2011

Día 12: Cold chests


01-10-11 :

Con la certeza de que sería imposible repetir un día como el de ayer, desde su apacible pesca, pasando luego por colmegnescos baños, para finalizar en una mitológica panzada (creo que ninguno de nosotros protestaría si dicha jornada se reiterara indefinidamente, como en la película Groundhog Day), decidimos no tener muchas expectativas para lo que nos esperaba al menos en las siguientes horas de vigilia, las cuales principalmente transcurrirían en las rutas.
Desayunamos liviano mientras armábamos los bolsos, y una vez que tuvimos todo listo salimos para realizar la última gira por la ciudad, regresando a las casas de deporte que ya habíamos visitado incontables veces (y aún así sigue dando ganas de volver), y también descubriendo algunos localcitos con cosas loquísimas, como por ejemplo un llavero con forma de perro que ladra y emite luces cuando uno aplaude 3 veces, siendo una gran ayuda para los perdedores de llaves crónicos. También visitamos una feria que se levanta justamente los sábados al borde del puerto, en la cual se exponía principalmente lo mismo que se expone en cualquier feria hippie de Argentina (y supongo que del mundo), junto con la mayor variedad de artículos usados inútiles que vi en mi vida. Lamentablemente no vendían ni manzanas acarameladas ni algodón de azúcar, elementos indispensables para que una congregación de puestos caseros aspire a ser considerada como feria en serio, así que tuvimos que conformarnos, ya en horario de la colación matutina, con unos muffins de banana y chocolate. De regreso al hotel pasamos por una minúscula pero interesante exposición de cuadros en una plazucha llamada “art in the park”, y por el único semáforo del pueblo, atracción señalada en el mapa que allí nos ofrecieron.

Ya realizado el check out, y con las hábiles manos de Rober al volante, partimos nuevamente con rumbo sur, recorriendo la familiar ruta 1, durante cuyo trayecto caímos con colores en el más profundo sueño, dejando otra vez al Rober con las vaquitas y ovejas como únicas compañeras de travesía (tal es la suaviadad con la que logra desplazar el vehículo, que ni bien arranca nos torramos). El almuerzo lo realizamos en un McDonalds, aprovechando justo a tiempo una promoción que terminaba a las 14 hs (llegamos 13.55 hs), consistente en 4 combos a 22 kiwidollars. Concluída la faena, y ya con el rojo al volante, continuamos bajando hasta llegar a eso de las 16.30 al combustionado centro de la capitalina Wellington, pululante de franceses y tonganos dirigiéndose hacia el estadio.
Después de dar varias vueltas con el tutú, intentando sin éxito encontrar una playa de estacionamiento (porque no nos animamos a dejarla en la calle cargada con nuestros bártulos a la vista), de casualidad caímos en un parking de 5 pisos que estaba a unas 10 cuadras del estadio, y encima cobraba tarifa plana de 4 kiwis, así que, luego de desencillar y cubrir las valijas con la siempre lista bandera de Walter, salimos a pata para el estadio, fusionándonos inmediatamente con las oleadas de hinchas que no paraban de llegar. Allí comprobé tristemente que ni aún los franceses eran capaces de reconocer mi albiceleste casaca de la academia parisina, profiriendo en un gangoso castellano sus “vamosssss pumassssss” cada vez que creían reconocer la camiseta (encima, no sé por qué carajo tendrán ganas de decir “vamos pumas”, después del 2 x 1 que les hicimos en el mundial pasado). Hasta llegaron a decir “Messi, Messi” al ver el número estampado en mi espalada, lo que aumentó mi irritación y me hizo replantearme que tanta cara de boludo puedo tener para que me confundan con la pulga. La cosa es que los únicos que reconocieron mi remera fueron unos pendejitos argentinos que empezaron “mirá, mirá, tiene la del Racing Metró”, ante los cuales aparenté una afrancesada indiferencia, no fuera cosa que me rebajara a hablar con sudacas…

Una vez ubicados en nuestros asientos, y luego de las fotos de rigor en todos los ángulos del estadio y con los de disfrazados llamativamente, llegó la hora de cantar la Marsellesa (el mejor himno del mundo, y no me vengan ahora con el verso del patriotismo, vil justificativo de los tiranos) (si, admito que nuestro himno está bueno, pero el de Francia le pasa el trapo con detergente y lavandina, especialmente entonado por casi la totalidad del estadio), y de presenciar el pedorro pero no menos pintoresco haka de los tonganos. Ah, una cosa que no habíamos visto antes fueron las expresiones que el maorí encargado de hacer el llamado previo a cada partido les hace a los jugadores que van ingresando al estadio. Fue muy divertido verlo sacándole la lengua y haciendo las más diversas muecas ante la indiferencia de los contrincantes.
El partido fue por suerte uno de los mejores que presenciamos (sacando pumas-escocia), todo gracias a la locura que le imprimieron los asesinos seriales de Tonga, equipo que aún no puedo comprender cómo pudo perder con Canadá, para luego pasar por arriba de semejante manera al combinado francés más apático que recuerdo haber visto, ya no sólo olvidándose de su histórico rugby champagne (ni una burbuja mostraron), si no decididamente ni acordándose de jugar. Volviendo a los tonganos, constantes tacleadores al límite, no pudimos evitar calificar de bestias divinas a su medio scrum (de más de 100 kg) y al wing número 11, que iba para adelante como ninguno. Sólo su inexplicable tendencia a arruinar las jugadas a 5 metros del in-goal les impidió propinar una goleada histórica al amarguísimo seleccionado galo, pero igual brindaron un inolvidable expectáculo, comenzando a abrazarse felicitándose por el triunfo cada vez que se frenaba el partido desde el minuto 70. Al igual que con los samoanos, que lástima que semejantes equipos se tengan que ir tan temprano.
Ni bien sonó el pitazo final, a eso de las 20 hs, retornamos casi a la carrera a nuestro vehículo, y emprendimos la travesía rumbo norte hacia la ciudad de Palmerston North, separada de nosotros por casi 150 km de nocturnas carreteras. Y hablando de las mismas, nunca había manejado de noche por rutas tan bien señalizadas, con la particularidad de no poseer iluminación, pero si contar con infinitos ojos de gato que la terminaban asemejando a una pista de aterrizaje de aviones. Durante el manejo tuvimos la rara oportunidad de escuchar un partido de rugby por radio, tratándose nada más y nada menos que de Inglaterra-Escocia, choque decisivo para las aspiraciones de los pumas, ya que su resultado podríamos tener chances de quedar primeros, segundos o hasta terceros, sin importar lo que se hiciera mañana contra Georgia. Debo decir que fue una experiencia radial única, quedando especialmente sorprendido por cómo se exaltaba el relator al referirse a una falta que merecía penal, etc, gritando casi tanto o más que como lo hacen al relatar un penal en un partido de fútbol. Lástima que cada tanto se perdía la señal, lo cual, sumado a la rarísima pronunciación kiwi (por ejemplo, para al 7 lo pronuncian “sivn”, etc), por lo cual estuvimos las casi 2 horas que duró el viaje creyendo que existía la posibilidad de que los escoces dejaran arafue a los ingleses, ganándoles por más de 7 puntos, pero anotando menos de 4 tries, lo cual dejaba a los pumas con inmensas chances de salir primeros de grupo, y por lo tanto evitar chocar contra los all blacks en cuartos, para hacerlo con los pedorrísimos franceses (siempre y cuando se le ganara con punto bonus a los georgeanos, obviamente). Lamentablemente los parientes de William Wallace volvieron a gallinear al final (igual que con los pumas), no sólo dejando inconclusa la hazaña de ganar por más de 7, si no perdiendo de manera increíble, mereciendo una justificada eliminación de la copa (esto pudimos verlo en el hotel justo al arribar).
Terminando el relato del día, sólo resta comentar lo feo que nos resultó hasta ahora esta apagadísima ciudad, en la cual no hay un solo restaurante ni local abierto a las 10 de la noche de un sábado, lo cual nos obligó a recurrir nuevamente a un Burger King para saciar nuestros apetitos viajeros. La verdad, si bien me parece una pelotudez la nueva costumbre juvenil de recién empezar la joda a las 3 am, no puedo evitar preguntarme que mierda les queda para hacer a los jóvenes de acá, sin un puto lugar a donde ir, más que  ponerse en pedo hasta quedar inconscientes, o salir con un chumbo a realizar masacres psichokillerescas.
Terminamos la cena en el burguer, cuyos únicos clientes éramos argentinos (lo que sigue haciendo énfasis en lo increíble de este provincianísimo pueblo, arquitectónicamente diseñado al estilo de nuestros pueblos del interior, con la plaza central, la iglesia y el banco en frente, y todas las demás feas edificaciones alrededor), para regresar luego a la habitación, donde miramos y puteamos la repetición del partido que se le escapó a los goncas escoceses, y me puse a escribir el presente reporte.

No se olviden de buscarnos mañana, sabemos que va a ser al dope, pero igual pueden intentarlo.

Nos vemos.
























6 comentarios:

  1. Quédense una semana más, contra los Black, total acá el dolar bajo a 2.80! Y el tomate vale 20 mangos!

    Anónimo (22)

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  2. No pude visualizar la bandera de VPC del glorioso WN por TV... Estoy indignado.
    Pero para sorpresa, en la previa ante Giorgia, veo en el tribuna una camiseta Puma ochentosa Calamar!!! Estamos en todos lados!!!

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  3. Me sumo a los que tampoco pudimos ver la bandera de Grassi, pero lo que si pude ver perfectamente fue a un coterraneo con la camiseta de los matadores de Barrio Jardin (obvia alusion al clu mas grande de Cordoba, Talleres, tristemente explorando otras categorias del futbol).-
    Ale

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  4. Hola Juanpi: Día tranquilo.esta noche trataremos de ubicarlos en la cancha.Hay muchos argentinos y eso es una dificultad. Coincido plenamente con la marsellesa.Me imagino tus sensaciones escuchando el himno francés. No he tenido esa oportunidad. besos.Graciela.

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  5. QUE BUENAS LAS FOTOS CON FRANCIA, EL ESTADIO ESPECTACULAR, ACA ESTOY VIENDO QUE LOS ESCOSECES LE GANAN A INGLATERRA, UPY!!!!, TODAVIA FALTAN TRES HORAS PARA PARTIDO DE PUMAS.
    BESOSSSS.SUERTE CON EL PARTIDO

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  6. Jp NECESITO el gorro del mundial, ese de invierno que tienen puesto, por favor!!

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